https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Un lindo crimen" de Roberto J. Payró (página 5) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Sábado 18 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6 
 

No pudo sacársele de ahí. Ni objeciones irrefutables, ni preguntas más o menos capciosas - que la ley repudia, - pero que la práctica utiliza - lograron conmoverlo ni turbarlo. El, solo él, había asesinado a Elena Van Emelghem... porque sí.

La "parte civil y el Procurador del Rey volvieron a la carga con ímpetu arrollador, aprovechando el terreno tan bien preparado para la más implacable "vindicta pública". El defensor de Delandsheere, Maître Conrardt, estuvo admirable, y en su peroración conmovió al jurado, diciendo que no debía ni podía condenar a un inocente mientras el culpable reía disimulado en la sombra - y al decirlo miró a Amelia, perdida entre los demás testigos, demacrada, muda, inmóvil, como una muerta. El jurado se retiró a deliberar, y media hora después su presidente leyó el veredicto condenatorio, que ni siquiera admitía circunstancias atenuantes...

Me precipité a la puerta de la sala para esperar a Amelia; tenía necesidad de penetrar en el alma de esa mujer. Salió erguida, impasible al parecer, pero rígida como un autómata. Muchas señoras y otros tantos caballeros la rodeaban, presentándole sus molestas condolencias. En cuanto me vio se asió de mi brazo.

-¡Líbreme usted de importunos! - exclamó bien alto, para que todos la oyeran.

La acompañé hasta su carruaje, que aguardaba a la puerta del Palacio de justicia. No me había hablado palabra, pero al despedirse dijo:

-Venga a verme dentro de un mes: tengo que pedirle consejo.

Fui puntual por compasión hacia Luis, por una como malsana simpatía hacia Amelia, y también -quizá sobre todo ¡Dios me perdone! - por curiosidad. ¿Qué iba a decirme madama Delandsheere? ¿Qué consejo esperaba de mí?

-Yo he asesinado a Elena Van Enielghem me confesó exabrupto en cuanto estuvimos solos.

-Ya lo sabía - repliqué.

Se quedó mirándome, atónita, luego bajó los ojos y trató de explicarme, con voz profunda su amor, sus celos, su desesperación, su malbaratada para siempre, su locura vengativa

- Iba resuelta a matarlo junto con ella, pero me faltó valor. Después, cuando se entregó a la justicia acusándose él mismo, se me ofreció la manera de completar la venganza haciéndole cárcel y el escarnio, pero sin perdonarle tampoco. Así, cuando pude verlo en la cárcel le dicte la sentencia: "Tengo como lo sabes, tu absolución en la mano - le dije - con una palabra mía quedarías inmediatamente en libertad. Diré esa palabra. No, no protestes, mi resolución es irrevocable. Pero no pienso pronunciarla todavía. Quiero que sufras, quiero que pagues cuanto me has hecho sufrir. Quiero que te abrume la doble vergüenza de verte condenar primero, y de ver condenar enseguida mujer que lleva tu nombre!:... "¡Oh señor Van Wintham! no crea usted que me arrepiento yo también... ¡yo también he muerto asesinada por Elena y por él! ...

Respeté largo rato su silencio, y luego le pregunté con severidad:

-¿Y qué consejo aguarda usted de mí, señora? ¿Todavía la anima el deseo de vengarse?

 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6 
 
 
Consiga Un lindo crimen de Roberto J. Payró en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Un lindo crimen de Roberto J. Payró   Un lindo crimen
de Roberto J. Payró

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com