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Más tarde, la mujer empezó a emplearse con lo dependiente de mostrador en los almacenes de las principales ciudades de los Estados Unidos, de donde cundió esta innovadora costumbre por otros países hasta generalizarse en el mundo civilizado. Verdaderamente es una lástima que no se haya generalizado todavía más, porque resulta algún tanto ridículo ver a fornidos mocetones y apuestos jovenceles despachando cintas y carretes en una mercería, o metros de lienzo en un almacén de novedades, sin que los dueños de estos establecimientos se resuelvan a dar la alternativa en esta fase de la dependencia mercantil al elemento femenino. Quienes han observado el fenómeno psicológico sobre que se asienta el monopolio de los mostradores por ¡a juventud masculina, descubrirán seguramente su principal motivo en la natural y honesta atracción de lo; sexos. En las tiendas y almacenes de lencería y novedades se venden artículos propios en su mayor parte de las amas de casa madres de familia y la mujer en general. La dependencia masculina y juvenil en tales establecimientos es un aliciente para que acudan y se aparroquien las muchachas núbiles y aun las tobilleras, que a todas sin excepción no les amarga el dulce de la lisonja ni las mieles del `requiebro. Si por el contrario la dependencia fuese femenina, no tendrían las mujeres y sobre todo las solteras amigas del impecaminoso discreteo, otro aliciente que la necesidad para ir de tiendas.

Lo mismo sucede en los colmados y abacerías, cuya clientela es por la máxima parte femenina, entre la que predominan las muchachas de servicio, siempre aficionadas a paliques y chicoleos, en que son astutos maestros los dependientes. Para renovar femeninamente la dependencia de los establecimientos de dichas índoles, que de tiempo inmemorial la tienen masculina, sería necesario que el sentido moral de la sociedad se acartonase hasta un punto lindante con el ascetismo e impropio de las alegrías, esperanzas, discreteos, emociones, bromas e ingeniosidades que mantenidas decorosamente bajo el dominio de la honestidad amenizan la vida de la juventud.

Sin embargo, la honda transformación y el maravilloso incremento del comercio al por menor en estos últimos años, ha obligado a los comerciantes a renovar la organización de sus establecimientos y las plantillas de su personal. Hoy día las ciudades populosas cuentan con buen número de almacenes en que se vende todo cuanto para las necesidades, comodidad y lujo de la vida puede comprar el dinero. Algunos de estos almacenes como, por ejemplo, los de Woo1worth, en Nueva York y Filadelfia, el Louvre y Bon Marché, de París, y El Siglo, de Barcelona, son un modelo de organización comercial en cuanto a la venta al pormenor y están divididos en secciones autónomas en sus peculiares funciones, pero subordinadas a la gerencia y dirección general del establecimiento. Los estadistas de circunstancias que tanto hablan de autonomía, sin recta noción del significado espiritual de esta palábra, podrían tomar ejemplo de la organización de los grandes almacenes comerciales para calcar en ella la de las naciones puestas por la suerte bajo su gobierno.

Pero volviendo a nuestro tema, he aquí como la natural mudanza de las costumbres comerciales igua,ló a la mujer con el hombre en las plantillas de la dependencia mercantil de los establecimientos multitentaculares; y a pesar de los agoreros vaticinios de la gazmofierla, que todo lo ve con el cristal de sus gafas, conviven honestamente ambos sexos en los mostradores de las secciones, sinmenoscabo de la más rigurosa honestidad.

Además de este empleo que la- transformación del comercio abrió fa la actividad de la mujer, tiene hoy casi monopolizada la mecanografía cornercial, con esperanza propincua de que también prevalezca su agilísimo digiteo en cuantos ramosde la administración pública está oficialmente autorizada la máquina de escribir. En ayuntamientos, diputaciones, dependencias del Estado, notarías, bufetes y casa editoriales podrá hallar la mujer honroso empleo de mecanógrafa además del que ya se le confía en los establecimientos comerciales. Algo curioso es el origen de la hoy tan generalizada profesión de mecanógrafa. La primera compañía de máquinas de escribir se organizó en los Estados Unidas y su primer cliente fueron las oficinas del gobierno. La mayor dificultad estaba en encontrar tipistas (como por entonces se dió en llamar a los que escribían a máquina) lo bastante veloces para que el éxito del nuevo invento justificara su adopción en todas las oficinas del Estado, de donde seguramente se extendería a las particulares. A uno de los consejeros de la Compañía se le ocurrió que siendo la agilidad digital la primera condición para pulsar velozmente el teclado, nadie más a propósito que las mujeres que supieran tocar el piano, pues la analogía entre este instrumento y la nueva máquina era promesa segura de la misma analogía entre la habilidad de las pianistas y las incipientes mecanógrafas. Así fue que en los anuncios para reclutar el personal se daba la preferencia a las jóvenes que supiesen tocar el piano, y por esta circunstancia predominaron desde un principio las mujeres en la moderna mecanografía.

Desde entonces, y al ver cuán cumplidamente desempeñaba la mujer esta profesión, se desvaneció el prejuicio que las mantenía alejadas de muchas otras en las cuales les ha dado ingreso el adelanto de los tiempos. En honor de la justicia y en elogio de la mujer, debe decirse que en todas las modalidades de la vida donde interviene, su influencia ha mejorado las condiciones dominantes, purificando el ambiente moral. No hay oficio ni profesión en que haya entrado la mujer, que no esté mucho mejor de lo que estaba en las exclusivas manos del hombre. Al propio tiempo, de todo progreso realizado por la mujer resultó inmediatamente la mejora de las condiciones de su sexo, haciéndola más buena mujer, esposa y madre.

Estamos cansados de oír que "el hogar es la única esfera de acción de la mujer". Hay hombres de talento unilateral que, si bien son eminencias en su respectiva profesión, desbarran lastimosamente al discurrir sobre el tema del feminismo. Están ofuscados por las preocupaciones y prejuicios tradicionales que no les dejan ver clara la cuestión. Si el único destino de la mujer es el hogar, ¿por qué nace con aptitudes, inclinaciones y capacidad para salir airosa de empeños muy distintos de las actividades propias del hogar? Dios no se hubiera burlado de la golondrina dotándola del instinto de emigrar en invierno a las tierras cálidas, si no existieran estas cálidas tierras que corrohoran el instinto de emigración. Tampoco se hubiera burlado Dios de la mujer dotándola de los mismos anhelos que al hombre para abrirse paso en el mundo, y negándole, por otra parte, la posibilidad de realizar su anhelo.

¿Por qué ansía la mujer, tan bien instruida como exquisitamente educada, vivir a su albedrío y desenvolver sus talentos naturales como se les permite a sus hermanos? ¿Por qué tiene geniales aptitudes para el arte, para la música y literatura? ¿Por qué es apta para los negocios? ¿Por qué denota tan excelentes disposiciones como el hombre para cursar las carreras universitarias y ejercer las profesiones liberales? ¿Qué la mueve a contribuir, con todas sus potencias y sentidos, a las reformas sociales de que depende el mejoramiento de la humanidad? ¿A qué todos estos anhelos, ansias y aspiraciones, si su natural y privativa esfera es el hogar ?

 
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La mujer y el hogar de Orison Swett Marden   La mujer y el hogar
de Orison Swett Marden

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