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DOS: Bueno, si para la cibernética la información es lo contrario de la entropía, y la entropía es una medida del desorden molecular, entonces la información es orden. Y como el orden no está sólo en el ADN, entonces no tiene sentido decir que la información está inicial­mente en él y circula. Lo que pasa es que la ciencia encuentra com­prensión del fenómeno, y no sólo explicación, en esa metáfora de base que después olvida, pero que sigue anudando todos los sentidos del proceso que quiere describir, dándole una orientación que de lo con­trario no tendría. Y la metáfora que da origen a la actual Biología Mo­lecular es la de la transcripción y la traducción. Cada biólogo, segura­mente, se hace una representación diferente de lo que ahí sucede (o se dice que sucede). Ser didáctico en la enseñanza de una materia es expli­citar esa imagen mental, perderle la vergüenza a confesar que ?sólo así puedo entender lo que aquí pasa?. Son esas metáforas las que hacen que se entienda el tema, y la persona asimile la materia y se convierta en un investigador. Después, al investigar, no hablará más de eso por­que no es serio, y posiblemente olvide que es así como pudo entender el tema. Para Nietzsche todo conocimiento es una metáfora útil. Pero, como dice Husserl, para convertirse en tradición, la ciencia no puede remontarse continuamente a su origen, a sus metáforas fundadoras. Lo que queda cuando esa fundación se ha olvidado es el esquema, el ar­mazón lingüístico y las fórmulas matemáticas y los gráficos, que tienen su propia idealidad. Parecen constituir un lenguaje universal neutro, que trasciende época y lugar. Pero a medida que el esquema se va complicando, despersonalizando y enfriando, a medida que lo incalcu­lable, como dice Heidegger, invade la ciencia hasta que la explicación de un hecho termina por ser incomprensible, porque está divorciada de la manera como había sido familiar para el sujeto, a través de metáfo­ras, se hace necesario volver a las metáforas fundadoras, a veces sólo para abandonarlas y reemplazarlas por otras nuevas. Una manera en que se inicia el olvido de la metáfora fundadora es decirles a los alum-nos ?con esta metáfora del maestro pastelero lo van a entender, pero ojo, es sólo una metáfora, no vayan a decir esto en un examen?. De esta manera, como decía Bachelard, se produce una represión prima-ria que divorcia al objeto de la subjetividad de quien lo estudia, para convertirlo en materia de un estudio puramente racional. Lo cierto es que, por temor a ser subjetivos, los científicos adoptan una actitud vergonzante frente a sus metáforas, sin pensar que lo que llamamos ?racional? es una metáfora aceptada por la comunidad científica que se presenta como no-metáfora. ¿Qué significa esto? El biólogo molecular dirá ?aquí hay una transcripción, que no es, obviamente, un transcrip­ción, y una traducción, que tampoco es una traducción, porque no se trata de textos que alguien haya escrito, son moléculas, nada más?. Después se reirá, y asunto concluido. ?Obviamente? (pero ¿qué es aquí lo obvio?), es y no es eso. De manera que lo claro se vuelve oscuro, y lo que creíamos haber comprendido es un misterio de bordes defini­dos, un misterio que es apresado por fórmulas y gráficos de un modo objetivo, con una objetividad a la que le es indiferente el hecho de ser

o no humanamente comprensible. Pero si todo se da por explicado, aunque nadie en particular lo ha comprendido del todo, ¿quién tiene esa explicación? La tiene la Ciencia. Pero ¿qué clase de cosa es la Cien­cia, si no es la labor concreta de los científicos? Los esquemas parecen despersonalizados, pero, ¡cómo ha cambiado, por ejemplo, la manera de representar la replicación del ADN! La miniserie Cosmos, escrita y protagonizada por Carl Sagan, nos mostraba una enzima que leía el ADN e iba a buscar al medio las moléculas necesarias para replicarlo. Ahora se piensa que el ADN es el que se mueve a través de la enzima. Antes la enzima parecía un artista que busca los elementos para repro­ducir su modelo. Ahora el proceso se representa como una cadena de montaje.

MEG: Estoy de acuerdo. Me parece que es el sistema instituciona­lizado de la Ciencia, con sus estrictas y serias reglas racionales para escribir papers, para presentarse en congresos, para escribir informes, etcétera, lo que vuelve a los investigadores culposos de las metáforas y de las representaciones mentales personales.

Creo que quedó pendiente que te detalle en qué hechos concretos se apoya el éxito del dogma, y esto tiene mucho que ver con la hoy tan apreciada biotecnología. En épocas pasadas sólo eran posibles dos abordajes separados para el estudio de la expresión genética: purifica­ción y análisis funcional de una proteína por un lado y caracterización y mapeo de genes por otro. Como te explicaba antes, la conexión entre esas dos ?puntas? se obtenía indirectamente, por comparación de sus respectivos resultados. Con el desarrollo de la tecnología del ADN recombinante, las ?pruebas? del flujo de la información biológica fue­ron más directas. Se establecieron procedimientos para ir desde la pro­teína al gen y desde el gen a la proteína. En el primer caso, el aislamien­to de proteínas sobre la base de su función permite la determinación de su secuencia de aminoácidos y ésta, a su vez, la síntesis de un seg­mento de ADN codificante de una porción de la misma. Ese ADN se utiliza para identificar y aislar el ARN mensajero o el gen de ADN codi­ficante de la proteína dentro del genoma. En el segundo caso, el aisla­miento de un gen correspondiente a un rasgo alterado permite aislar el ARN mensajero correspondiente y a partir de él deducir la secuencia de la proteína codificada. Esta secuencia puede servir para producir la proteína en cuestión dentro de un organismo huésped adecuado, o para identificarla entre todas las proteínas presentes en un tejido. Vale la pena recordarte que, para ambos enfoques ?el de ida desde el gen a la proteína y el de vuelta desde la proteína hacia el gen?, es necesario usar in vitro los servicios de la enzima transcriptasa reversa, la misma que, irónicamente, fue el primer arma que disparó contra el dogma. Esta revolución de los métodos de la biotecnología comenzó con la expresión de la insulina humana en bacterias, en 1978. Los microorga­nismos comenzaron a usarse como fábricas biológicas de muchas hormonas y moléculas señal (hormona de crecimiento, interferón) anticuerpos, antígenos y otras proteínas. Tanto se estableció el esque­ma transcripción-traduccción que se empezaron a vender kits para realizarlos in vitro. Así que el rédito económico y social de nuestro criti­cado dogma fue, y sigue siendo, enorme. Brindó el sustento teórico para la producción de un amplio rango de productos en distintas áreas, como en el ámbito farmacéutico (métodos de diagnóstico, vacunas, drogas) y el mejoramiento agropecuario de cultivos y de ganado.

 
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El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular de  M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel   El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular
de M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel

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