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DOS: Creo imaginarlo. Pero volvamos al principio. Dices que el título de ?dogma? dado por Crick a su hipótesis era ?arrogante?. Yo creo, en cambio, que el calificativo más correcto para esa denomina­ción sería ?sincero?. Pocas veces la ciencia ha admitido que sus su­puestos son dogmáticos, es decir, no confirmados ni confirmables en la experiencia. Me dirás que este ?dogma? sí fue confirmado, por lo menos en gran medida, o durante mucho tiempo. Pero ¿se puede con­firmar una hipótesis? Empecemos por la idea del ARN mensajero co­mo transmisor de información. Esto presupone que hay algo llamado ?información?, alguna clase de cosa inmaterial que cambia de soportes a lo largo de un proceso. La información va del ADN a la proteína través del ARN, un mensajero como lo era Mercurio, el dios de pies alados de los griegos que es representado en las bolsas de comercio. Esa metáfora de la ?información? que se transmite opera además sobre la base del concepto de transcripción y del de traducción, que a su vez nos remiten al popular concepto de ?código genético?. Yo creo que si hay aquí un dogma no está en la hipótesis del ARN mediador, sino en este complejo juego semiótico de códigos, información, mensajeros, traductores y transcriptores tan de moda en la época de la guerra fría, durante la cual las naciones se mandaban mensajes cifrados que los enemigos ideológicos interceptaban e intentaban descifrar. ¿Qué es lo que hizo que este aparato se mantuviera en el tiempo, sobreviviera a la guerra fría, y prosperara como lo hizo la hipótesis de las cualidades primarias de Galileo y Descartes que dió inicio a la física moderna? Sin duda, su carácter exitoso, como dice Husserl en referencia al paradig­ma de Galileo. En qué consistió ese éxito y hasta qué punto se mantie­ne es algo que habría que indagar.

MEG: Su resonante éxito se basó en las pruebas que se siguieron acumulando a su favor durante los años 1960. Casi simultáneamente con la publicación del dogma fue descifrado el código genético, que en palabras sencillas es el ?diccionario? de la traducción, o sea, la tabla de equivalencias entre cada ?palabra escrita en el lenguaje de los ácidos nucleicos? (cada secuencia lineal de tres nucleótidos de ARN) y cada ?palabra escrita en el lenguaje de las proteínas? (un aminoácido). La aceptación a priori del modelo de expresión génica unidireccional y el empleo del código en el laboratorio de ingeniería genética permitieron que, partiendo de la secuencia de un ARN mensajero, se pudiera prede­cir la secuencia de la proteína correspondiente, y ?viceversa? que dis­poniendo de la secuencia aminoacídica de una proteína se pudiera predecir el gen que le daba origen. Como estas predicciones se corro­boraban, ya que al hallar la proteína o el gen en cuestión las secuencias predicha y real resultaban coincidir, y como estos resultados brindaban datos importantísimos para la genética, la bioquímica y la medicina, todo esto no hacía más que confirmar el dogma. Perdón, ya sé, sólo lo corroboraban... De hecho, muy poco tiempo después el dogma se metió en problemas.

DOS: Todas las hipótesis iniciales dentro de un paradigma se me-ten en problemas tarde o temprano, pero, como dice Kuhn, hay un principio económico indudable: mientras sean más las ganancias que las pérdidas, cambiar el paradigma o la teoría de base no es rentable. De todas maneras, creo que el hecho de que exista una correlación entre nucleótidos y aminoácidos no ?prueba? que haya una informa­ción única que cambia de formato. ¿Está la música en un disco com­pacto antes de que suene en el CD player? Que haya dos fenómenos que se siguen uno a otro, incluso de modo frecuente, como dice Hume, no significa que exista una conexión causal que deba explicarse por una entidad homogénea que se manifiesta de distinto modo en los dos fenómenos, eso a lo que el dogma llama ?información?. Esa enti­dad mediadora, que en la física es la ?fuerza?, es la manera como la ciencia retoma la idea base de la metafísica griega, según la cual detrás de la aparente multiplicidad y variabilidad de los fenómenos hay una unidad de fondo, un orden escondido. Toda explicación es una metafí­sica (en el sentido de un ir más allá de la fysis, que era para los griegos la aparición de aquello que se muestra solo, a diferencia de lo artificial, que es lo que el arte obliga a que se muestre). Y lo metafísico nunca se puede confirmar. Sólo se sostiene en el tiempo si es útil para mantener unidos a los fenómenos como la cuerda invisible que mantiene unidas a las cuentas de un collar. Pero veamos qué sucedió con la versión inicial del dogma. Digo ?versión inicial? y no ?dogma inicial? por ra­zones que pienso exponer más adelante.

MEG: Mientras resultó cómodo y útil, el dogma ?sea que estuvie­se confirmado o simplemente aceptado de común acuerdo? no se modificó. Pero el perseverante desarrollo de la investigación hizo que en 1970 fuera descubierta la transcriptasa reversa, una enzima particu­lar de virus que poseen genoma de ARN (retrovirus). Esta enzima po­día sintetizar ADN tomando como molde el ARN viral. Es más, hoy se sabe que las células de mamífero contienen secuencias de ADN cromo­sómico repetitivo que no tienen origen viral y que sin embargo codifi­can transcriptasas reversas celulares. Ese ADN puede transcribirse en un ARN que sirve como molde para la transcriptasa reversa, de manera que se produce un segmento de ADN que se integra en otro sitio del genoma celular, propagándose. La acción de esta enzima amplifica tam­bién otras secuencias repetitivas que no podrían replicarse autónoma­mente. A este proceso de transferencia de información genética de un lugar a otro del genoma se le dió el nombre de transposición. De más está decir que la transposición modifica, y mucho, el contenido genético cromosomal. En definitiva, debió aceptarse la posibilidad de que lo que se consideraba meramente un intermediario ?el ARN? pudiera actuar sobre el ADN ?hasta entonces sagrado almacén de información genéti­ca?, incorporándole información o modificando la preexistente. Resulta paradojal que la misma enzima que contribuyó a hacer trastabillar al dogma de la expresión genética haya sido, y sea todavía, ampliamente utilizada in vitro para estudiar la expresión génica. Por otro lado, también se descubrió un complejo catalizador llamado telomerasa, que ?si bien no suele ser considerado como excepción al dogma? también es capaz de sintetizar ADN a partir de un molde de ARN que lleva incorporado a su propia estructura y de ese modo puede alargar los cromosomas. La conmoción no tardó en hacerse sentir. No es dificil suponer cómo reac­cionó la mayoría de la comunidad científica.

 
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El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular de  M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel   El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular
de M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel

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