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DOS: O sea que la unidireccionalidad que el dogma establecía en­contró contraejemplos. Sin embargo, el lenguaje de base sigue siendo el mismo. ¿Por qué? Porque si no se hubiera hablado de ADN y ARN y transmisión de información, todo lo que pasa en el interior de la célula hubiera sido visto como un constante ir y venir de moléculas sin nin­gún significado biológico. Por eso te decía que para mí lo dogmático del dogma no ha sido cuestionado, y de ahí que ocurran paradojas como la que mencionabas antes. El proceso ha resultado ser reversible, muy bien, creemos que el dogma está superado. Pero no, seguimos hablando en el mismo lenguaje, por lo tanto, sólo estamos cuestionan­do una hipótesis fundamental. Es lo mismo que pasó en física con la teoría de la relatividad. Ha caído el paradigma de Newton, pero segui­mos hablando de fuerza, masa, aceleración y velocidad. La relatividad galileana se ha extendido, la conservación ya no es de la materia por un lado y de la energía por otro, sino de la unidad de la materia y la ener­gía. Pero seguimos buscando principios de conservación. Es decir: las preguntas que le hacemos al fenómeno son las mismas. Ya pusimos algo en él y no vamos a encontrar, como diría Kant, otra cosa que lo que en él pusimos. Le dejamos, claro, la posibilidad de responder por sí

o por no, pero no la de cambiar las preguntas. Por lo menos desde Crick tenemos algo que preguntar: ¿adónde está contenida la informa­ción para hacer una proteína?, ¿esa información viene sólo del ADN?, etcétera. Se habla de una transposición, pero la estructura gramatical que nuestro lenguaje imprime al fenómeno, es decir, los términos que ahora se transponen, siguen siendo los mismos.

MEG: Por más que lo que se empezara a discutir fuera, como tú dices, la mera cáscara, insisto en que tuvo un efecto importante. Prin­cipalmente originó una ?ruptura de filas?. Algunos autores reconocen que esta circunstancia ha obligado a modificar el dogma, agregándole una nueva posibilidad de regreso del ARN al ADN. Sin embargo, mu­chos autores ?aún hoy en día? minimizan la cuestión, asignándole el papel de ?raras excepciones? o ?vías minoritarias? o ?inexistentes en el funcionamiento celular normal?. Hasta hay quien, desde libros canóni­cos (Alberts y col., 2002) prácticamente la ignora, reproduciendo el esquema original de Crick y hablando de un ADN ?fijo y sacrosanto? (sic) y de un ARN intermediario ?descartable? (también sic).

Queda claro que, sea lo que fuere el dogma, las certezas alrededor de él se han esfumado. Tan es así que lo que se entiende por él no siempre es la misma cosa. Por un lado se le suele agregar el proceso de replicación, haciendo una flecha autoreferencial desde el ADN. Este es sin duda un proceso fundamental para perpetuar la información gené­tica a lo largo de las generaciones, pero no integra lo que llamamos "expresión". Por otro lado, algunos autores agregan al esquema básico sendas flechas que vuelven desde las proteínas al ADN y al ARN, des­tacando que, si bien las proteínas no transmiten información codificada hacia los ácidos nucleicos, son ellas las que sintetizan las nuevas molé­culas de ADN y de ARN. Esta justa reivindicación de las proteínas nos aleja de aquella lejana y prejuiciosa afirmación de Crick: ?Una vez que la información ha pasado a una proteína no puede salir nuevamente?. Por el contrario nos introduce en el fascinante mundo del comporta­miento autocatalítico, de la retroalimentación, de la autogeneración, del huevo y la gallina... ¡Así que un principio lineal y sencillo, con puntos de partida y de llegada claros, se ha convertido en un modelo circular y complejo que puede hacerse empezar y terminar por cualquiera de sus moléculas integrantes!

DOS: Ya hablaremos acerca de los bucles de retroalimentación en los procesos vivientes. Ahora me interesa señalar que aun los biólogos más revolucionarios siguen sosteniendo que ?las proteínas no transmi­ten información codificada hacia los ácidos nucleicos?, aunque parece que esto es una definición de la información codificada más que una constatación empírica de irreversibilidad. De todos modos, está lejos de mi intención querer criticar la idea de información en Biología. Creo que los biólogos ven allí sólo lo que pueden ver. No me cabe duda de que ante ellos aparece, a través de lo empírico, algo esencial que va más allá. No sé qué tanto de eso está ahí y qué tanto lo aportan ellos, sea individualmente, sea como miembros de la comunidad científica, sea como medios de expresión del espíritu de la época. Sólo creo impor­tante destacar que la idea de que el ADN tiene una información que por mediaciones diversas lleva a la formación de proteínas (aunque el proceso sea en realidad más complejo, tenga excepciones, etc.) es la única manera en que lo biológico mantiene una significatividad propia, de carácter funcional y teleológico, irreductible, contra lo que suele pensarse, al plano meramente químico-molecular. La idea de que hay una direccionalidad, aunque sea parcialmente reversible, la idea de que el organismo está de algún modo contenido en los genes, que es lo que la gente común lee en estos procesos, es una idea que va incluso más allá del ámbito de la biología. Si todo para nosotros tiene un núcleo donde se encuentra oculto lo esencial, llámase el centro de la galaxia, llámese el sol en el sistema solar, llámese el núcleo del átomo, o el nú­cleo de la célula, se considere con la metáfora de ?corazón? o la de ?cerebro? del sistema en cuestión, es porque nosotros vemos núcleos irradiantes en todas partes. Más allá de estas generalidades, sin embar­go, hay una significatividad propia para el ámbito de lo biológico, que un autor puede discutir filosóficamente, pero que, como fundamento sobre el cual se sustentan todas las lecturas de los fenómenos biológi­cos, sigue vigente a través de sus efectos a nivel teórico. Las excepcio­nes muestran que ?natura non facit saltus?, como decía Leibniz. Pero nuestra capacidad de categorizar se basa en encontrar un sentido cuan­do podemos separar y decimos ?esto no es aquello? y ?la excepción no es la regla?. Si aceptamos flechas al mismo nivel para todos lados, lo cierto es que esas flechas siguen dándose entre ADN, ARN y proteína, que son los términos del lenguaje inventado por el dogma de Crick. 

MEG: El fenómeno ese que se nos aparece a los biólogos, eso que definiste como ?lo esencial que va más allá?, lo que da su significativi­dad a lo biológico, es lo que nos maravilla. En este caso sería lo que un ribosoma ?máquina molecular de síntesis de proteínas? transmite a la molécula que va sintetizando a medida que lee el mensaje que el ARN mensajero le trae, mensaje copiado del lejano ADN nuclear. Muchas veces nos vemos tentados a humanizar el fenómeno y ver en ese ribo­soma a un maestro pastelero que en base a una receta (ARN mensajero) y utilizando los ingredientes necesarios (aminoácidos) crea su pastel (la proteína). La receta no es más que una copia a mano en una hoja suelta de una de las páginas del gran libro de recetas (ADN) que permanece guardado en la biblioteca (núcleo) y que algunos de sus ayudantes (ARN polimerasa y proteínas transportadoras) le han copiado y acerca­do. Otros ayudantes (ARN de transferencia) le traen harina, huevos, manteca, según haga falta (es decir, diferentes aminoácidos). Es una analogía atractiva y entretenida, pero en cuanto queremos analizarla surgen preguntas: ¿qué es lo más importante: el cocinero, el libro de recetas, el pastel, los ingredientes o los ayudantes? De ninguno de ellos puede prescindirse. ¿Y cuál es el orden de su aparición en escena? Las cosas se complican aún más cuando advertimos que este cocinero no fabrica un pastel inerte, sino que sus creaciones a su vez incorporan un ?saber hacer?, ya que las proteínas realizan muchísimas y diversas acti­vidades, incluyendo las que colaboran con la propia función de este ribosoma cocinero, y más aún ¡con su propia síntesis! Entonces más que en un pastelero, habría que pensar en un ingeniero construyendo robots, ¡robots que incluso pueden construir al ingeniero! ¿Hay un pasaje de información en cada paso de este proceso? Sin duda, pero dónde reside y sobre todo, bajo qué forma fluye no es fácil de definir.

 
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El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular de  M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel   El logos de la vida - Un diálogo filosófico acerca de la biología molecular
de M. E. Grimaldi, D. O. Stchigel

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