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El acceso a muchos templos hindúes está vedado a los no hindúes. Pero incluso la entrada a los demás puede ser difícil. Hay que empezar por descalzarse, y luego hay que hacerse paso a través de sucesivas paredes de mendigos, buhoneros, guías y santones. (Algunos de estos últimos andan completamente desnudos: tan grande es su desprecio por los bienes terrenales.) A veces los mendigos son monos tan atrevidos como hermosos y graciosos.

Los templos no son los únicos monumentos históricos. También hay palacios fastuosos y reliquias modestas pero reveladoras, tales como las inscripciones sobre piedra. Entre ellas se destacan los edictos del buen rey Ashok (265-238 a. C.), quien se convirtió al pacifismo al ver los sufrimientos causados por su larga y cruenta guerra victoriosa contra Kalinga. Su doctrina del dhar-ma o recta conducta incluye no sólo la no violencia y la tolerancia religiosa, sino también la honestidad, la veracidad, la compasión, la benevolencia y la frugalidad. Puso en pie todo un Ministerio del Dharma, cuyos funcionarios debían llevar la doctrina a todos los rincones del país y vigilar que se pusiese en práctica. No contento con redactar, proclamar y hacer inscribir sobre piedras sus edictos en casi todo el territorio indio, Ashok fundó el primer Estado de bienestar y emprendió un vasto programa de obras públicas de utilidad duradera. En fin, Ashok no se limitó a diseñar y proclamar un "nuevo orden", sino que lo puso en práctica en un vasto imperio para beneficio de casi todos sus habitantes. ¡Qué diferencia con los "nuevos órdenes" de nuestro siglo!

Nueva Delhi, la capital de la nación, debe de haber sido bellísima cuando fue inaugurada hace 60 años. Incluso hace una docena de años me pareció bastante hermosa. Hoy, cubierta de mugre, sobrepoblada y llena de mendigos, me parece fea. (Excepciones: el Fuerte Rojo, antigua sede del gobierno mongol, y el viejo observatorio astronómico.) En cambio Mysore, Bangalore y Madrás tienen aún algunas partes bellas: avenidas anchas flanqueadas de árboles. En Mysore vive el gran novelista R. K. Narayan, quizá más conocido en el mundo anglosajón que en su propio país.

 
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Elogio de la curiosidad de Mario Bunge   Elogio de la curiosidad
de Mario Bunge

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