https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Navidad Terrible" de Camille Debaus (página 4) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 28 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  (4)  5  6  7 
 

A pesar del tono burlón que afectaba, el capitán francés se sintió conmovido por el vigoroso abrazo de su adversario. No podía dejar de pensar que cada minuto, cada segundo, un accidente semejante al de Clarkson podía exponerlo a perecer, y que, después de todo, la vida era aún bastante hermosa para agradecer a un hombre, aunque fuera inglés, el haberla conservado.

Al día siguiente, en el terreno, Clarkson fue favorecido por la suerte que le designó para disparar primero. No vaciló y tiró al aire.

Enseguida, arrojando la pistola, cruzó los brazos sobre el pecho, y aguardó.

-¡Ah, eso no! -gritó Bannalec. -Ese no es modo de batirse, caballero; quizá no lo sepáis, porque en vuestro país no se conoce el duelo; pero no es así.

-He tirado, capitán, y nada tenéis que decir. Os toca a vos, -contestó Clarkson con el tono más flemático del mundo.

-¡Paro debíais haber hecho fuego contra mí!

-No hay ley de honor que me obligue a ello.

-¡Sin embargo yo no puedo matar a un hombre que se niega a romperme la cabeza! Señor Clarkson, van a cargar de nuevo vuestra pistola, y volveremos a empezar.

-¡Eso nunca! ¿Tengo acaso derecho de hacer fuego sobre vos?

-No sólo el derecho sino el deber también, puesto que habéis aceptado el encuentro.

-¡Nunca! -repitió Clarkson.

-¡Yo sabré obligaros! - exclamó Bannalec, avanzando en línea recta sobre su adversario.

Este no se movió. Sus grandes ojos azules y límpidos, en los que se leía una resolución inquebrantable, se detuvieron tranquilos en los ojos de Bannalec. Luego, lentamente, dijo:

-Ni vos mismo tenéis derecho de atentar contra mí vida...

-¡Trueno de Dios! --exclamó Bannalec tirando su pistola al suelo. -¡Tiene razón!

Y dio la espalda al inglés. Pero, casi enseguida, volviendo sobre sus pasos, le tendió la mano diciendo:

-A mi vez, señor, permitidme que os dé las gracias. Con dos palabras me habéis impedido cometer más que un crimen...

-¡Vaya! -dijo Clarkson, -¡bien sabía yo que erais un hombre!

 

 

IV

Desde aquel momento Bannalec y Clarkson se hicieron los mejores camaradas del mundo. Durante toda su estadía en la costa del Perú, tuvieron recíprocas atenciones que luego se tornaron en amistad. No pasaba día sin que el uno fuese a visitar al otro.

Y las tripulaciones fraternizaban, aunque no sin prometerse para su capote, volver a zurarse de lo lindo en cuanto las circunstancias les permitieran reanudar las hostilidades.

Pero la de los dos enemigos de la víspera era una amistad duradera. Cuando llegó el momento de la partida se dieron cita en Europa, y permanecieron abrazados largo rato.

Seis meses después Bannalec llegaba a Newcastle, y corría a sorprenderá William, que no sabía cómo demostrar la satisfacción que experimentaba.

-Me quedo aquí quince días -declaró Ives después del primer abrazo, -y después, os conduzco a casa de mamá Bannalec, que os aguarda con impaciencia! ¡Nada más tengo que deciros...

-Venid entonces a casa de papá Clarkson -contestó riendo el marino inglés, -y veréis sise os quiere ya.

 
Páginas 1  2  3  (4)  5  6  7 
 
 
Consiga Navidad Terrible de Camille Debaus en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Navidad Terrible de Camille Debaus   Navidad Terrible
de Camille Debaus

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com