A partir de ese momento Chile entero quedó en un gran silencio, no
había más noticias que las que llegaban del exterior por radios de onda
corta.
No recuerdo la hora en que un nuevo bando militar donde Pinochet
lo intimaba al presidente y a todos los que lo acompañaban, a abandonar la
Moneda, en caso contrario la casa de gobierno sería también
bombardeada.
Después de este "bando" sobrevino el silencio nuevamente y aumento
nuestra confusión, íntimamente todos esperábamos que algo sucediera, que una
parte de los militares se pusiera del lado del gobierno o que algo pasara para
terminar con la pesadilla que estábamos viviendo.
Mas o menos las 3 de la tarde anuncian que el presidente Allende
había muerto, recuerdo que muy conmovido me senté en la escalera de nuestra
casa, mis proyectos e ilusiones se morían junto con el presidente, sentía un
inmenso dolor y ganas de llorar.
En ese momento se acercan mis hijas y se sientan a mi lado y me
preguntan:
-¿Qué pasa papi?
-El presidente Allende ha
muerto -contesté y me quedé abrazado a mis dos hijas tratando de adivinar qué
pasaría en nuestro país y cuál sería nuestro futuro a partir de ese
momento.
Inmediatamente después del anuncio de la muerte del presidente
empezaron tres días de "toque de queda". Salvo unas pocas horas para hacer
compras a la mañana, durante todo el día teníamos que estar en casa.
Radio Moscú decía que los militares golpistas
estaban matando y deteniendo a los políticos y dirigentes sindicales de la
UP,
las radios locales transmitían solamente bandos y marchas militares.
Al cuarto día nos dieron más tiempo libre, el "toque de queda"
empezaba a las 5 de la tarde.
Recién el lunes 17 de septiembre pudimos empezar a trabajar bajo
una fuerte custodia militar. Recuerdo que en los microbuses de transporte de la
compañía, iba un marino, metralleta en mano y con su cara
pintada.
La fábrica era un infierno de rumores, nos enteramos de los
dirigentes sindicales que habían sido detenidos y de los que correrían la misma
suerte en los días siguientes.
Los antiallendistas se encargaban de denunciar y dar nombres de
los partidarios de izquierda, haciendo la vida imposible a los reconocidos
partidarios del gobierno derrocado, entre los que me contaba por mi
participación activa en las campañas políticas y por haber recibido al
presidente cuando visitó la fábrica.
También se comentaba la existencia de "listas negras" que incluía
a personal que no había estado comprometido con la política, pero que la
compañía no los quería en su plantel.
Poco a poco con temor y mucha preocupación empezamos a trabajar
bajo una aparente normalidad, pero nos enterábamos de persecuciones, arrestos y
muerte de mucha gente en todo el territorio de nuestra patria.
Recuerdo entre los primeros muertos fusilados por
militares, a varios profesores del CESCLA y a un dirigente obrero de apellido Rojo que era director titular de
la mutual de seguridad del cuál yo era el primer suplente.
A los pocos días nos enteramos que la fábrica estaba intervenida
por los militares y la presencia de marinos armados era cosa normal. Efectuaban
inspecciones y allanamientos sorpresivos en vestuarios y oficinas de todo el
personal, incluidos a supervisores y jefes. Los allanamientos se hacían con la
presencia del jefe de personal y todo aquel obrero, empleado o supervisor que
tuviera un cigarrillo, una propaganda o una foto de Allende en la taquilla del
vestuario o en el escritorio, era registrado de inmediato en una larga lista.
Recuerdo el temor que sentí cuando a los supervisores nos
retuvieron en el comedor mientras nos revisaban los escritorios, temía que
encontraran una pequeña foto del presidente que había guardado entre las hojas
de un diccionario.
Era motivo suficiente para ser detenido
desaparecido.
Durante el mes de octubre empezaron las detenciones sistemáticas.
Todos los días, en la puerta de salida, se instalaba una guardia de marinos
armados que nos solicitaban la credencial al salir. Si uno estaba incluido en la
lista del día era detenido y conducido al interior de un
"Pegaso".[3]
Nunca vimos un detenido en su interior y era porque los ponían
boca abajo en el piso y cuando se llenaba, los siguientes quedaban encima de los
primeros formando pilas humanas hasta llegar a la altura de las ventanas del
micro.
Los primeros detenidos de la Villa Rosita fueron; el "chico"
Crespo que al momento del golpe era dirigente del sindicato de empleados
Técnicos; Martínez dirigente del sindicato Industrial, tesorero de nuestra
cooperativa y militante comunista y Marín que nunca supimos la razón de su
detención porque no le conocíamos militancia alguna. Prácticamente
desaparecieron porque nadie sabía donde estaban, aunque se comentaba de barcos
llenos de detenidos en la bahía de Valparaíso.
La misma situación se vivía en todas las empresas
del país. Mi viejo me contaba lo que pasaba en Ambrosoli y otros amigos lo que pasaba en
Tres Montes, compañía de teléfonos y en la empresa Portuaria.
En poco tiempo no había familia chilena que no tuviera a uno o más
integrantes de su familia arrestado
§