El resto del año 1972 lo pase iniciando y dando forma al nuevo
cargo que ocupaba en la compañía y poco a poco fueron quedando aclaradas mis
funciones y empecé a desempeñarlas con mucho entusiasmo y muy atento al
equilibrio que debía mantener en mi cargo de supervisor de
seguridad.
A esta altura de la narración pienso que durante toda mi vida
nunca he podido olvidar mi origen obrero.
Año 1973
Este sería un año clave en mi vida, cumpliría 31 años y estaba
lleno de entusiasmo y motivación, tenía deseos de estudiar, de progresar y
seguir construyendo mi vida junto a mi familia. Por entonces teníamos un buen
pasar y poco a poco fuimos terminando nuestra casa.
En 1973 mi hija mayor Catalina cumplió siete años y empezaba la
primaria en el colegio ingles de Quilpue y Marcela de cinco ingresaba a
jardín.
En febrero de ese año debían efectuarse las elecciones para la
constitución de los directorios paritarios de las mutuales de seguridad,
organismos privados a cargo de administrar la ley de accidentes de trabajo. Los
mismos debían estar integrados por representantes de las empresas y trabajadores
afiliados a la mutual. Por la Compañía fui nominado candidato al directorio
paritario del Instituto de Seguridad del Trabajo de Viña del Mar en
representación de los trabajadores de todas las empresas afiliadas de
Valparaíso.
Obtuve la cuarta mayoría y fui elegido primer director suplente
del Instituto.
§
En Chile estudiar una carrera universitaria siempre fue un
privilegio para pocos, era muy difícil que un hijo de obrero pudiera llegar a la
universidad.
Una de las medidas del gobierno popular que más resistencia tuvo,
especialmente por parte de los mismos estudiantes universitarios, fue abrir la
universidad para los trabajadores y posibilitar que muchos buenos estudiantes de
escasos recursos pudieran estudiar una profesión.
Para ello se crearon
distintas carreras destinadas a mandos medio en casi todas las especialidades;
mecánica, electricidad, trabajo social y otras. Los trabajadores que se
postularan debían hacer un curso de nivelación de estudios secundarios, rendir
la prueba de actitud académica y de acuerdo al puntaje obtenido era la carrera
que se podía seguir.
Bajo esas condiciones me postulé y en marzo
empecé el curso de nivelación en la división CESCLA de la Universidad Católica de Valparaíso. Fue toda una novedad
volver a estudiar y con sorpresa me daba cuenta que ahora estudiaba y aprendía
con mucha facilidad, por supuesto que los sistemas de enseñanza habían cambiado
y ahora estudiaba de acuerdo la programas de enseñanza para adultos.
Recuerdo lo fácil que me resultaban las matemáticas modernas, la
física, la química (no tanto) y la historia social de los pueblos que eran las
principales materias que teníamos.
A partir de junio la situación política empezó a empeorar cada vez
más, los partidos de derecha y la democracia cristiana le hacían una feroz
oposición al gobierno, las campañas de desabastecimiento estaban a la orden del
día y el mercado negro provocaba la escasez de todos los productos de primera
necesidad. Los comités de vigilancia de la producción en las empresas hacían
esfuerzos sobrehumanos por aumentar la producción, y la mayor parte de las veces
en contra de la voluntad de los empresarios.
En la fábrica pasaba lo mismo, por cualquier motivo se paraban las
máquinas afectando la producción de cigarrillos. Por ese motivo y convencido de
que tenía que participar en defensa del gobierno que había votado tomé la
decisión de integrar el comité de producción, sabiendo que de alguna manera
estaba arriesgando el puesto de trabajo y el nivel alcanzado en la fábrica, pero
aún así con decisión y compromiso me puse a trabajar por la defensa de la
producción.
En el comité de vigilancia de la producción sólo participábamos
dos supervisores, los otros integrantes eran empleados técnicos, lo cuál nos
hacía actuar como referentes de las medidas que se adoptaban.
Nunca supe si la gerencia de la compañía estuvo de acuerdo o no
con lo que hacíamos, pero de una producción diaria de 21 millones de
cigarrillos, pasamos a 31 millones de cigarrillos por día y a pesar del
incremento igualmente no había un solo cigarrillo en el mercado, sí lo había en
el mercado negro y a mayor precio. Además la psicosis de compra creada desde los
medios hacía tambalear la cadena de producción del país.
Recuerdo el día que el presidente Allende visitó la fábrica para
entender lo que pasaba con la producción de cigarrillos.
Estaba yo en la entrada al sector que llamaban ?Artesanos?, donde
se habían instalados las oficinas mientras se efectuaban los trabajos de
reparación del edificio dañado por el último terremoto. En este sector estaba la
oficina de la gerencia y la nuestra, entre otras.
Aproximadamente a las nueve de la mañana se empezaron a escuchar
fuertes sonidos de sirenas que se iban acercando al edificio y veo que entran
rápidamente a la portería autos Fiat 125 de color azul de los cuales bajaban
personas civiles armadas con ametralladoras que se posicionaban en distintos
lugares de la entrada al patio de la fábrica.
Recuerdo que sorprendido miro hacia la portería que estaba
enfrente de mí y veo cómo los porteros quedan cubiertos por las personas armadas
y al jefe de los porteros, odioso ?antiallendista?, que se escondía mientras
seguían ingresando los autos azules.
Imprevistamente de uno de ellos se bajó el presidente Allende y se
me acercó preguntándome por el gerente de la fá-brica, recuerdo que lo saludé
estrechándole la mano.
?Yo lo acompaño, presidente ?le dije.
Y subiendo la escalera delante de él, lo llevé hasta la oficina de
la gerencia ubicada en el primer piso.
Recuerdo la cara de asustada de la secretaria del gerente al verme
acompañado por el presidente Allende.
Todo ocurrió muy rápidamente, el presidente estuvo reunido no más
de diez minutos con el gerente de la fábrica y cuando volvió al sector de
portería el patio interno se encontraba lleno de trabajadores que lo saludaban
con entusiasmo y desde las ventanas de los cinco pisos de la fábrica aparecían
pañuelos blancos que también saludaban la presencia del compañero presidente
mientras muchos supervisores trataban de esconderse para no ser vistos por la
gerencia.
Ante el saludo y los aplausos de los trabajadores, Allende a
través de un megáfono se dirigió a todos nosotros para decirnos que había venido
a pedirle explicaciones al gerente de la fábrica por la escasez de cigarrillos
en el mercado. Nos manifestó su agradecimiento por el considerable aumento de la
producción y pidió que controláramos el desvío de los cigarrillos al mercado
negro.
Muy rápidamente y con el intenso ruido de las
sirenas la comitiva se retiro de la fábrica. Se sabía que el presidente, junto
con su custodia personal (GAP
Grupo de Amigos Personales) visitaba a diario y sorpresivamente las fábricas
para verificar los niveles de producción.
La guardia personal y el presidente Allende se movilizaban en
veinticinco autos Fiat 125 especiales, todos de color azul, comprados en
Argentina.
En agosto veíamos venir lo peor, los camioneros en huelga estaban
paralizando el país y aquellos camioneros que estaban a favor del gobierno no
podían transitar a causa de los clavos ?miguelitos? que se esparcían en las
rutas para evitar su circulación.
?Patria y Libertad? intensificaba su accionar terrorista para
crear el caos y participaban de las reiteradas ?tomas? de la universidad? para
evitar que los alumnos trabajadores pudiéramos estudiar.
Recuerdo que los dos últimos meses los pasamos de ?toma? en
?toma?. Venían los estudiantes de ?patria y libertad? y nos sacaban a palos de
las salas de clases y ponían la bandera chilena en la puerta de la universidad
con un cartel que decía: ?Fuera los comunistas de la
universidad?.
A los pocos días volvían los estudiantes de izquierda, que a
golpes echaban a los estudiantes de derecha, nos hacían entrar a clases y ponían
otra bandera chilena con un cartel que decía: ?Universidad popular para los
trabajadores?.
En el barrio y gracias a las Juntas de Abastecimientos y Precios
podíamos comprar algunos productos de primera necesidad, pero eran
insuficientes.
Recuerdo la tarde del sábado 8 de septiembre cuando salí a
recorrer las panaderías para comprar pan, pero como no había harina, tampoco
había pan. En una panadería nos avisaron que al otro día iban a vender pan y
empanadas. Esa misma noche me puse en la cola y al día siguiente pude comprar
media docena de empanadas y un kilo de pan. Esa era las cantidad máxima por persona.