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El año 1972 lo empezamos con muchas tensiones, el gobierno tenía la firme decisión de mantener su política económica y reactivar el mercado interno, los industriales empezaron a disminuir su producción con el pretexto de que perdían plata y los comerciantes empezaron a esconder las mercaderías o no querer vender con el argumento de que no podían reponer los stocks. Así empezó la escasez y el ?mercado negro? de toda clase de productos.

En las fábricas los trabajadores formaron los comités de producción para vigilar y denunciar a los empresarios que bajaban la producción.

En los barrios se formaron las JAP (Juntas de Abastecimientos y Precios) que tenían a cargo el control de los precios oficiales y la venta de alimentos y mercaderías.

Los comerciantes iniciaron una campaña de boicot al pago de impuestos y se negaban a entregar la boleta de compra-venta. El gobierno respondió con la ley y el control popular, entonces cada chileno se convirtió en un inspector y cuando un comerciante no entregaba la boleta el comprador podía denunciarlo a un carabinero[1] y de inmediato el comercio era clausurado. Y así seguíamos viviendo, a cada medida en contra del nuevo gobierno respondíamos con organización popular y compromiso.

Personalmente tuve la oportunidad de actuar en dos situaciones de control: desde hacía tiempo había adoptado la costumbre de llegar a casa con algo especial el día que cobraba el sueldo, llevaba el pan, pasteles y fiambres para la hora del té. En uno de esos días hice compras en una fiambrería de Quilpue, recuerdo que había comprado queso fresco, jamón y otras mercaderías y al pagar el cajero me da el vuelto sin la boleta.

Al salir del comercio me acerco a un carabinero y le hago la denuncia. De inmediato el policía me pide que lo acompañe al comercio, le pide al cajero la boleta por mi compra y al comprobar que no la había hecho al momento de cobrarme le ordena que termine de vender a la gente que estaba en el local porque a partir de ese momento quedaba clausurado.

La segunda situación se produjo cuando fui a comprarme una hermosa silla mecedora que había visto en una mueblería de una calle céntrica de Valparaíso. Recuerdo que entré a preguntar el precio porque la silla en exposición no lo tenía a la vista como era obligación del comerciante.

Cuando el dueño de la mueblería me informó el precio de la silla.

?Está bien, la compro ?le dije, y cuando metí la mano en mi bolsillo para sacar el dinero para pagar, empezó a protestar contra el gobierno diciendo que a él no le convenía venderme la silla porque después no podría reponerla y terminó diciéndome que la silla no estaba en venta.

Cuando le reiteré mi intención de comprarla porque la silla estaba en exposición y ante una nueva negativa, salí a la calle en busca de un carabinero. Al poco rato volví acompañado del policía el cual obligó al comerciante a venderme la silla y después le clausuró la mueblería.

El diario ?El Mercurio? empezó una sistemática campaña destinada a provocar desabastecimiento. Todos los días con grandes titulares anunciaba ?Empezaría a faltar el café? y la gente se largaba a comprar café sin necesitarlo, lo mismo pasaba con el azúcar, la leche la harina y todos los alimentos de primera necesidad.

De esta manera aparecieron ?las colas? en todos lados, donde había una cola la gente se ponía para comprar, muchas veces sin siquiera saber que es lo que vendían. Recuerdo una cola que se formaba desde la noche anterior, en un comercio de la calle Condell, para compra de televisores. En esa misma calle, un día me puse en una cola y compré unas hermosas camas de madera para las chicas.

Siempre recuerdo esos tiempos y todavía hoy no logro entender que fue lo que pasó; el porqué del fracaso de ese modelo económico.

La recomposición del poder adquisitivo y el control de los precios máximos permitió que todos los chilenos pudiéramos tener acceso a lo que se necesitaba para vivir e incluso para progresar. El país se había reactivado, la gente vivía bien y se creaban puestos de trabajo. ¿Que tenía de malo ese modelo económico? ¿Por qué a los empresarios no les convenía? ¿Por qué hubo tanta resistencia?

Como trabajador que he sido toda mi vida, nunca he podido entender mucho sobre economía y hasta ahora nadie ha podido darme respuestas lógicas a estas sencillas preguntas.

 
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Historia de una vida - Primera parte (1942-1975) de Víctor Hugo Leiva   Historia de una vida - Primera parte (1942-1975)
de Víctor Hugo Leiva

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