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Allí, en medio de algunas espigas
cuya simiente acaso trajo el aire de las eras cercanas, se columpian las
amapolas con sus cuatro hojas purpúreas y descompuestas; las margaritas
blancas y menudas, cuyos pétalos arrancan uno a uno los amantes, semejan
copos de nieve que el calor no ha podido derretir, contrastando con los
dragoncillos corales y esas estrellas de cinco rayos, amarillas e inodoras, que
llaman de los muertos, las cuales crecen salpicadas en los campos santos o entre
las ortigas, las rosas de los espinos, los cardos silvestres y las alcachoferas
puntiagudas y frondosas. Una brisa pura y agradable mueve las flores, que se
balancean con lentitud, y las altas hierbas, que se inclinan y levantan a su
empuje como las pequeñas olas de un mar verde y agitado. El sol resbala
suavemente sobre los objetos, los?? |
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