-¡Hola! -gritó Juan Destripaterrones-. Aquí vengo yo. ¡Ved lo que he encontrado en el camino!
Y les mostró un cuervo muerto.
-¿Y qué piensas hacer con eso, Destripaterrones? -preguntaron los dos hermanos.
-Pues dárselo a la hija del Rey.
-Sí, eso es lo que harás -afirmaron ellos, soltando ambos la carcajada.
-¡Hola! -exclamó Juan Destripaterrones-. ¡Mira lo que acabo de encontrar! No todos los días se da una cosa así en el camino.
Los dos hermanos se volvieron a ver de qué se trataba.
-Destripaterrones -dijeron-, eso no es más que un zueco viejo con la puntera rota. ¿También piensas regalarle eso a la Princesa?
-¡Claro que sí! -respondió Juan, y los dos hermanos rompieron a reír otra vez.