VEINTE AÑOS NO ES NADA
Tuvo una niñez
agobiada por la pobreza, el desorden, y la violencia. Vivía en un poblado de
clase baja ubicado en una colonia rural de la ciudad de México. Su
vecindario, de lo único que no carecía, era de necesidades y privaciones. Sus
padres, gente humilde del pueblo, se ganaban la vida vendiendo frutas y
legumbres en los mercados populares, el ámbito de mercaderes de bajo orbe,
en plazas colmadas de personas condicionadas a la pobreza y al desorden. El
lugar donde reinaban, como señores feudales, los hombres poderosos. Aquellos que
se subyugan con el dominio que detentan sobre el esclavo y el oprimido
sobre la base de las arbitrariedades que da el uso de la fuerza y la
prepotencia. Ella creció en ese ambiente donde las disparidades terrenales y la
lucha de clases se transforman en constantes.
El padre de Annette
era un hombre tosco, víctima de abusos constantes, que trataba de ahogar en
alcohol sus penas. Pero las constantes borracheras tenían consecuencias, y de
las violentas. Su madre era una mujer abnegada y sufrida. Su casa estaba
construida sobre una ladera de un cerro, donde ella y su familia tenían un
espacio especial, para almacenar las frutas y las legumbres que vendían
todos los días. Annette tenía una hermana pequeña, a quien le llevaba cinco
años de edad. Su hermana de nombre Diana, era una niña realmente bella. Tenía
cabello rizado, y ojos negros profundamente marcados. Su piel era blanca, y sus
manos largas y perfectamente delineadas. Annette no contaba con la misma gracia
de su hermana Diana., ya que era de piel oscura y de facciones gruesas y burdas.
Sus cabellos eran gruesos, y el descuido los volvía aún más tiesos.