¡Oh míseros humanos pensamientos!
¡Oh pechos ciegos! ¡Entro qué tinieblas
y a qué peligros exponéis la vida
Tan lápida, tan tenue! ¿Por ventura
No oís el grito de naturaleza,
Que alejando del cuerpo los dolores,
De grata sensación el alma cerca, Librándola de
miedo y de cuidado?
Lucrecio ha encontrado para sí, en el seno del
epicurismo la paz que pide para su patria y la que desea para su íntimo
amigo Memmio, a quien dedica e1 poema. Su ánimo sólo se apasiona
para cantar esta paz
firme y constante y enaltecer al fundador, de ,la doctrina
filosófica que se la ha dado.