Estas nuevas organizaciones planteaban un modelo alternativo al de
la beneficencia tradicional. Dos características de las nuevas organizaciones que comienzan a surgir son: sus
beneficiarios eran sus propios miembros (lo cual hacía de ellas lo que hoy
denominaríamos ?organizaciones de base?), y se encontraban lideradas por
hombres. Estas dos características situaban a estas organizaciones en franca
contraposición a la benefi cencia original que era direccionada hacia ?los
otros? y encabezada por mujeres.
En la ayuda filantrópica y asociacionista en la Argentina hasta
ese momento, se conjugaban motivaciones individuales (como el altruismo, la
generosidad, valores religiosos, de solidaridad) y motivaciones políticas,
orientadas al control social. De modo tal que la necesidad de control social y
moralización de sectores emergentes se alternaron con la promoción de ideas
liberales, positivistas e iluministas y con la búsqueda de canales alternativos
de acción política.
Con la irrupción del peronismo a mediados del siglo XX en la
escena política nacional y el surgimiento de la fi gura de Eva Perón y la tarea
de su Fundación, se amalgamaron ambas dimensiones. Movida por convicciones
personales, pero a la vez cumpliendo un mandato político del Estado peronista,
Eva Perón revolucionó las reglas de juego de la fi lantropía privada y el Estado
pasó a tener el monopolio de la ayuda social. Tras el derrocamiento del segundo
gobierno peronista en 1955, el Estado continuó aglutinando la gran mayoría de
las acciones de bien público relegando a una escasa participación al resto de
las organizaciones sociales. Este modelo del Estado Benefactor y centralista se
mantuvo durante los años 60? y 70?. Es posible decir, entonces, que el modelo
actual emerge allí donde aquel modelo
declina.