7/ Ciudades del mercado, es otro legado de la globalización indolente, donde
la morfología del espacio urbano cambió, no por razones que se van forjando en
la sociedad a través de sus acciones, sino por la racionalidad impuesta por el
mercado y la tendencia de la globalización indolente.
Ciudades desmembradas, sin centro, reducidas en su espacio público,
encarceladas en barrios perimetrales y diseños de "comunidades urbanas" que no
incentivan comunidades, sino insularidad, fragmentación y regocijo por la vida
dentro de las casas, donde la participación es sinónimo de estatus social bajo,
la exclusividad, la seguridad, el auto-encapsulamiento es la moda y signo de
bienestar.
Las tendencias urbanas son de barrios cerrados o peri-urbanos, lejos del
centro, dado que el consumo no está en los tradicionales mercados y puntos de
ventas comunitarios. Ahora el nuevo estilo de vida urbana es comprar por
catálogo, asistir a centros comerciales innovadores, cargados de ambientación y
seguridad, comprar productos a domicilio y alejados de todo roce social que
pueda reproducir discurso, diálogo, mediación interpersonal o redes sociales. Se
trata de armar una ciudad ajena a su reproducción natural, mediada por la
tecnología y carente de diálogo intersubjetivo.
Como podemos observar, la globalización indolente, la que el imperio
configuró para ejercer la dominación, está vigente. Ha trastocado diversos
aspectos de la sociedad, ha sincronizado el tiempo con el reloj del consumo, ha
colocado a la indigencia como parte del ornato en las grandes ciudades,
desensibilizando a la sociedad; el miedo, el temor, la necesidad de estar
protegido por militares o seguridad privada es una condición de este tiempo
globalizado, de ahí que es menester que re-pensemos y actuemos por construir o
dotar de sentido a la globalización: rasgarle su vestidura depredadora y
arrebatarle el arma con que hiere a la sociedad. Es necesario una globalización
humanista, sustentable, articuladora de diversas sociedades, que nos enseñe y
obligue a pensar de manera distinta, que aceptemos a los otros distintos pero
necesarios para poder vivir en un mundo amplio, rico y cargado de un futuro
promisorio.
Así es el deber ser de la globalización, pero la que encontramos en el
presente libro, es la que no debió nacer, la globalización que acabó con muchas
vidas y esperanzas, la que desarmó la armonía, desterró a los pueblos de sus
comunidades, la que destruyó la sustentabilidad del planeta, la que hizo uso de
una ética instrumental que se situó justo en la ruta de la ganancia, sin
importarle el alto precio de la vida y la humanidad entera.
Así se escribe otro libro de la Colección Insumisos
latinoamericanos, conjuntando saberes, horizontalizando la discusión, sumando
inteligencias y ante todo, con una vocación y servicio de poner al alcance de
todos los lectores distintos argumentos sobre un objeto común, esta vez fue
la Globalización
Indolente en América latina.
Robinson Salazar
Enero 2008