Ejerzo mi nombre y qué dura tarea, qué Enciclopedia y yo sin
saber leer.
Disminuido, Vida y Muerte y Vida y Muerte y Vida y Muerte...
¿para qué?
Me siento vacío, sin embargo cada que vuelvo a exprimirme sale
más.
Inmóvil no, incierto sí.
Madre: Recíbeme a las puertas del Cielo ¡POR FAVOR! Te ruego
Jesús, úneme con ella, con su Presencia, con su descanso, con su amparo... una
vez ya le encomendaste para que me diera Vida, no me separes por favor de mi
Madre, de mi Carmen, de mis alientos primeros, de mi leche y de mi sangre.
Me oprimo y me exprimo y no sé si voy a explotar para fuera o
para dentro, no sé si voy a aguantar ¿qué estoy esperando?
Nada sabe igual y mi Misión, si es que existe, siento que no me
interesa.
Dios Mío, como Creación e hijo tuyo, desde mi perspectiva
infinitamente más limitada que la tuya sábete que vivo un capricho que te pido:
¡Déjame ver a mi Madre, a mi Mary Carmen, quiero platicar con ella y abrazarla!
porque la extraño como su Hijo que soy, como su formación que soy, como su
continuidad, como su carne...
Si algún derecho tengo a pedírtelo Dios Mío, cosa que ignoro,
te lo pido mi Señor de Amor. Cura mi fuego, mi amargura y mi dolor... Señor de
Amor.
Aún con fiebre en el letargo escribí:
Ciudad de México, 3 de mayo de 1997.