Pero en diciembre de 1917, poco después de que terminara de revisar el manuscrito de Preludio para la imprenta, Kathorine Mansfield tuvo un grave ataque de pleuresía. La melancolía, la depresión y la falta de sol de una Londres ya completamente bajo la sombra de la guerra, tuvo un profundo efecto sobre esa persona cuya infancia había transcurrido en un clima más benigno. Katherine Mansfield anhelaba el sol. Confiaba en que no tendría más que volver a su amado Bando¡, en el sur de Francia, para recuperarse. Por lo tanto, partió de Inglaterra a comienzos de enero de 1918. Pero las condiciones de los viajes por Francia en ese último año de la guerra eran tales que las penurias que Katherine Mansfield sufrió (había emprendido sola el viaje) empeoraron su salud y, para su tristeza, Bandol mismo estaba muy cambiado: la guerra también lo había deteriorado. En cuanto llegó a ese lugar, enferma y sola, deseó desesperadamente volver a Inglaterra. La adversidad entorpeció sus esfuerzos por volver. Las autoridades demoraron semanas antes de otorgarle autorización, y el mismo día que llegó a París, débil y ya gravemente enferma, se inició el gran bombardeo de esa ciudad y se suspendió todo tránsito civil entre Inglaterra y Francia. Las penurias de su viaje a Francia convirtieron su pleuresía en tuberculosis.
Ella fue a Looe, en Cornualles, para el verano de 1918 y volvió a una nueva casa en Hampstead para el invierno. En la primavera de 1919 me convertí en editor de The Athenxum, y Katherine comenzó a escribir críticas de novelas bajo las iniciales K. M., que se hicieron famosas, y poco después empezó a escribir un cuento por mes para el periódico. Luego, por primera vez, los editores comenzaron a pedirle que reuniera sus cuentos y al comienzo de 1920 apareció "Gloria", por el que recibió un adelanto de cuarenta libras.
Antes de que apareciera ese libro, una vez más su enfermedad la había obligado a marcharse de Inglaterra. Pasó el invierno de 1919-1920 en Ospedaletti y Mentone, donde tuvo noticias del éxito de su libro. Volvió a Hampstead para el verano y en setiembre marchó otra vez a Mentone. De ahí pasó, en mayo de 1921, a Montana, Suiza.
En el otoño de 1921 completó La fiesta en el jardín y otros cuentos, que se publicó en la primavera de 1922, cuando ella se encontraba en París, adonde había ido en febrero para realizar un tratamiento especial. La aparición de La fiesta en el jardín finalmente la consagró como la más notable escritora de cuentos de su generación en Inglaterra.
Pero ahora, en 1922, escribir se había vuelto para ella una lucha casi imposible, no sólo contra la enfermedad sino también contra una convicción íntima de que debía realizar cierta tarea de purificación interior antes de poder continuar, antes de que fuera digna de expresar la completa verdad que aprehendía en su mente. "El canario", el último cuento completo que escribiera, fue terminado en julio de 1922. En octubre de ese año deliberadamente dejó de escribir por el momento y se retiró a Fontainebleau, donde murió repentina e inesperadamente en la noche del 9 de enero de 1923.
