-¿Y el cargamento? -preguntó con ansia el naviero.
-Intacto, sin novedad. El capitán Leclerc...
-¿Qué le ha sucedido? ¾ preguntó el
naviero, ya más tranquilo¾ . ¿Qué le ocurrió a ese
valiente capitán?
-Murió.
-¿Cayó al mar?
-No, señor; murió de una calentura cerebral, en medio de
horribles padecimientos.
Volviéndose luego hacia la tripulación:
-¡Hola! ¾ dijo¾ Cada uno a su puesto, vamos a anclar.
La tripulación obedeció, lanzándose inmediatamente los ocho o
diez marineros que la componían unos a las escotas, otros a las drizas y otros a
cargar velas.
Edmundo observó con una mirada indiferente el principio de la
maniobra, y viendo a punto de ejecutarse sus órdenes, volvióse hacia su
interlocutor.