Cuando Dios así lo dispuso, el reloj de la
historia comenzó a dar su primer giro: los cielos y la tierra fueron creados. Un
murmullo comenzó a escucharse en los cielos, descendiendo desde las faldas del
trono del Dios trino. Aquel murmullo se hizo gran estruendo de millares de
ángeles que al unísono develaron al Autor de la vida:
Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los
ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria. Isaías 6:3
(RVA)
Y desde aquella inmarcesible e infinita Deidad,
partió la palabra: "Sea la luz". Aquella orden envolvió el misterio de los
siglos, y nadie se atrevió a preguntar.
Uno tras otro los días pasaron, y en cada uno,
cosa nueva era hecha, de tal manera que el paisaje de cada mañana en nada se
parecía al de la tarde que le precedió. Ni aún los ángeles comprendían todo
aquel afán del Creador. Cada mañana era un nuevo principio.
Y cuando todo parecía terminado, Dios dejó
vislumbrar el misterio de su obra:
Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra
semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en
las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la
tierra. Génesis 1:26 (RVA)
La amada del Señor había nacido... y con ella,
el principio del cumplimiento de todas las cosas...