https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Los ríos que guardan la memoria" de Mónica Crosa (página 3) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Sábado 18 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6  7 
 

Pero no. El cajón y su contundencia confirmaron el absurdo.

Una camioneta subida a la vereda por esquivar un auto, no pudo esquivar un cuerpo y lo destrozó. Su cuerpo, el de Mariana. El resto fue la inutilidad del hombre ante una decisión más alta. Nadie pudo hacer nada. En pocas horas, el tiempo que tardaba Piedad en salir del colegio, Mariana había muerto.

Después, las palabras. El deseo de Jorge por reconstruir sus últimos días, preguntando aquí y allá.

El último llamado fue para ella. Mariana contó proyectos, dudas, habló de futuro. Nada se llegó a concretar. Una semana después, en esa última tarde, las amigas se dijeron adiós.

 

El café era íntimo. Siempre, al pasar por allí, miraba hacia adentro. La atraía no sabía qué aire de nostalgia y vértigo. Desde allí se podía ver transcurrir la vida, sin participar en ella, sin angustia, sin emoción, como mero observador. Ahora recordaba: Jorge era impuntual. En las clases de teatro llegaba siempre tarde. Y eso que eran su mayor placer. Porque allí estaba Mariana. Pero también Esteban, el profesor. La mirada y la barba de Esteban, y esos ojitos azules enigmáticos y encantadores. Pero si hasta se llegó a decir que ellos dos... No, Lourdes nunca lo pudo creer. Esteban parecía... Pero Jorge, definitivamente, no era. Él sólo aprovechaba todo lo que Esteban le podía transmitir de su conocimiento teatral, lo usaba a "Steve" hasta cierto punto, y disfrutaba de ese sentirse "objeto deseado", pero nada más. Mientras tomaba su café, miró alrededor. En la mesa de al lado, dos mujeres mayores, sesentonas; amigas, o mejor, compañeras de algún curso de arte o de lingüística. Charlaban, café de por medio, de alguna experiencia interesantísima, para ellas. En otra mesa, que se le ocultaba a medias por una columna, una pareja conversaba. Ella, mucho más joven, de unos veintipico, seducía al hombre con cada gesto, con cada palabra o así parecía ante sus ojos, siempre dispuestos, de novelista para toda ocasión. Él la miraba, parecía que comiéndola con la mirada.

?¡Qué extraño! ?pensó?. Ese tipo no iba con el lugar. No encajaba su aspecto de hombre de negocios importante cautivado por una pendeja. Bien trajeado, azul, camisa impecable, anteojos de sol, típica "escapada".

 

?Por fin.

?Me acordé que eras tan puntual...

 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6  7 
 
 
Consiga Los ríos que guardan la memoria de Mónica Crosa en esta página.

 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Los ríos que guardan la memoria de Mónica Crosa   Los ríos que guardan la memoria
de Mónica Crosa

ediciones Deauno Documenta

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com