La 
concepción que se tenga de la fraternidad y/o de la solidaridad se deriva 
directamente de las ideas que se tengan sobre el yo, la persona, el ser humano y 
la sociedad humana. El término 'fraternidad' tiene una connotación de raíz 
religiosa: los humanos somos hermanos (fraters), porque somos hijos de Dios. 
Connota un padre/madre común, un origen común. En este sentido, solidaridad es 
un término más moderno y más laico, menos teológicamente comprometido. 
Las 
distinciones lingüísticas no son de ninguna manera arbitrarias o inconsistentes, 
pero: "ellas no resuelven nuestros problemas. Lo que nosotros necesitamos son 
principios morales y argumentos que los fundamenten"[1] 
Para 
la mayoría de los filósofos la justicia -'la primera virtud de las instituciones' 
dirá John Rawls-, aparece como una virtud necesaria dada la falta de 
benevolencia, amor o solidaridad entre los hombres. Así, desde Protágoras 
pasando por Epicuro y culminando en Hobbes, la justicia aparece como una 
institución indispensable para poner un freno al egoísmo humano. Para 
Aristóteles, la amistad es más necesaria que la justicia, pero la amistad no 
puede imponerse, la justicia se legisla. También en Hume, la justicia aparece 
como 'artificial', para salvar la falta de benevolencia (de solidaridad) entre 
los hombres, benevolencia cuyas raíces se encuentran en la 
simpatía.
Cuando 
hablamos de solidaridad aludimos a los lazos que unen a los humanos en tanto que 
humanos. El término 'fraternidad' implica un compromiso que no es minimalista, 
un compromiso fuerte, propio de morales densas, que son muy difíciles de 
compartir en un mundo globalizado. La fraternidad: ser todos hijos de un mismo 
padre (madre), implica una relación íntima y personal, con cada otro al que 
llamo 'hermano'.
Para 
Rawls el significado natural de la fraternidad es la idea de no querer tener 
mayores ventajas personales a menos que éstas sean en beneficio de aquellos 
miembros de la sociedad peor situados "en 
beneficio de los menos aventajados".
Y por 
eso la familia es el lugar privilegiado para hablar de fraternidad. Allí está el 
meollo del uso del término 'fraternidad' en Rawls con preferencia al más moderno 
'solidaridad': es que los representantes de las partes en la posición original 
son cabezas de familia, es que John Rawls mismo fue un buen padre de familia, es 
que el sistema rawlsiano está pensado como un sistema que se asienta en la 
familia.
En el 
# 50 de La Justicia como equidad, Una 
reformulación [2], Rawls se extiende 
largamente, contestando numerosas objeciones comunitaristas y feministas del más 
variado calibre[3], sobre el lugar de 
la familia en la Sociedad Bien Ordenada y el carácter de indispensable de algún 
tipo de estructura familiar. No se exige ningún tipo particular, (monogámica, 
heterosexual o de otro tipo), pero sí dado que una sociedad política debe 
entenderse como un esquema de cooperación social que se perpetúa indefinidamente 
a lo largo del tiempo, es necesario asegurar la producción y reproducción 
ordenadas de la sociedad y de su cultura de una generación a otra. Por eso la 
familia (alguna forma de estructura familiar) forma parte de la estructura 
básica de la sociedad. El trabajo 
reproductivo -dirá Rawls- es trabajo 
socialmente necesario.