"Luego, la tía Maggie anunció que
ofrecería en el Bonton, para presentarme en sociedad, un brillante
banquete que dejaría a todas las antiguas familias holandesas de la
Quinta Avenida a la altura de unos furgones de mudanzas.
"-Por mí no hay inconveniente, tía Maggie
-le dije-. Pero. sabe que éste es uno de los hoteles más
aristocráticos de la ciudad? ¿,Y que, con perdón de usted,
cuesta mucho reunir a un grupo de gente distinguida, a menos que una tenga mucha
práctica?
"-No se inquiete por eso, hija mía -dijo la
tía Maggie-. Yo no mando invitaciones: doy órdenes. Tengo
aquí a cincuenta invitados que no podrían ser reunidos en una
recepción, a menos que la ofrecieran el rey Eduardo o Williams Travers
Jerome. Son hombres, desde luego, y todos ellos me deben dinero o se proponen
debérmelo. Las esposas de algunos de ellos no vendrán, pero muchas
sí que lo harán.
"Bueno. Lamento que usted no haya presenciado ese
banquete. Toda la vajilla era de oro y de cristal. tallado. Había unos
cuarenta hambres y mujeres, fuera de la tía Maggie y de mí. Usted
no habría reconocido a la mujer que ocupa el tercer lugar entre las
más ricas del mundo. Se había puesto un vestido nuevo de seda
negra con tanta pasamanería que sonaba cono el granizo cine oí en
cierta oportunidad, cuando pase la noche en el cuarto de una muchacha que
vivía en una buhardilla.
"¡Y mi vestido! No puedo despilfarrar palabras con
usted. Era de encaje hecho a mano... y costaba 300 dólares. Vi la cuenta.
Los hombres eran todos calvos o con patillas blancas y charlaban en un vivo
fuego graneado de prez untas y respuestas sobre el tres por ciento y Bryan y la
cosecha de algodón.
A mi izquierda había algo que hablaba como un banquero,
y a mi derecha un joven que decía ser dibujante de un periódico.
Era el único... Bueno, por poco se lo digo.
"Cuando terminó la cena, la señora Brown y
yo subimos al departamento. Tuvimos que abrirnos paso entre la muchedumbre de
reporteros que atestaba los salones. Ésa es una de las cosas que logra el
dinero. A propósito... ¿Conoce por casualidad a un dibujante de
los periódicos que se llama Lathrop... un hombre alto de hermosos ojos y
que halla con desenvoltura? No, no recuerdo en qué periódico
trabaja. Bueno, tanto da.