-Caballero -dijo Alberto con una política afectuosa-, el señor
barón de Chateau Renaud sabía de antemano el placer que me causaría al
presentaros. Sois uno de sus amigos, caballero, sedlo, pues, también
nuestro.
-Muy bien -dijo el barón de Chateau Renaud-, y desead, mi
querido vizconde, que si llega el caso, haga por vos lo que ha hecho por mí.
-¿Y qué ha hecho? -inquirió Alberto.
__¡Oh! --dijo Morrel-, no vale la pena hablar de ello, y el
señor exagera las cosas.
-¡Cómo! ¡Que no vale la pena! ¡Conque la vida no vale nada... !
Bueno, que digáis eso por vos, que exponéis vuestra vida todos los días, pero
por mí, que la expongo por casualidad...