-¡Ah! No sabéis lo que me espera. Esta mañana oiré un discurso
del señor Danglars en la Cámara de los Diputados y esta noche, en casa de su
mujer, una tragedia de un par de Francia. Llévese el diablo al gobierno
constitucional y puesto que podíamos elegir, no sé cómo hemos elegido éste.
-Me hago cargo, tenéis necesidad de hacer acopio de
alegría.
-No habléis mal de los discursos del señor Danglars -dijo
Debray-, vota por vos y hace la oposición.
-Ahí está el mal. Así, pues, espero que le enviéis a discurrir
al Luxemburgo para reírme de mejor gana.