-No hagáis eso, Beauchamp, pues aunque el hidalgo fuese un
Montmorency y el diplomático un Metternich, almorzaremos a las once en punto.
Mientras tanto, haced lo que Debray: probad mi Jerez y mis bizcochos.
-Está bien, me quedo. En algo hemos de pasar la mañana.
-Bien, lo mismo que Debray. Sin embargo, yo creo que cuando el
ministerio está triste, la oposición debe estar alegre.