-¡Ah! , es verdad, un diplomático -replicó Debray.
-Un diplomático, o yo no sé lo que es. Lo que sé es que por mi
cuenta le encargué de una embajada que ha terminado tan bien y tan a mi
satisfacción, que si fuese rey, le hubiese hecho al instante caballero de todas
mis órdenes, incluyendo las del Toisón de Oro y de la Jarretera.
-Entonces, puesto que no nos sentamos a la mesa -dijo Debray-,
servios una botella de Jerez como hemos hecho nosotros, y contadnos eso,
barón.
-Ya sabéis todos que tuve el capricho de ir a Africa.
-Ese es un camino que os han trazado vuestros antecesores, mi
querido Chateau Renaud -respondió con galantería Morcef.