Capítulo I
Por la escondida senda
"...y siguen la escondida / senda, por donde han ido /
los pocos sabios / que en el mundo han sido." (Fray Luis de León)
El explorador del alma humana
"Por temperamento soy un conquistador, un aventurero, si
quieres traducir esta palabra con toda la curiosidad, la osadía y la tenacidad
de esta tipo de hombres". (S. Freud, carta a Fliess, 1900)
Me dispongo a emprender un largo camino por entre el laberinto
de la mente, guiado por el "hilo de Ariadna" de la Obra de Sigmund Freud: un
viaje submarino por los "continentes sumergidos" del alma humana, una aventura
espeleológica, acomodando a mi pretensión los versos de fray Luis de León en los
que alude a "la escondida senda por donde han ido / los pocos sabios que en
el mundo han sido..."
Cuando, con ocasión del cambio de milenio, se han elaborado las
lista de las 100 personas más sabias y más influyentes del siglo, en todas
aparece, inexcusablemente, el nombre de Freud como el que mayor influencia y
"aportaciones más decisivas y relevantes" ha ejercido en la campo de la
psicología y en el de todas las ciencias, artes y disciplinas que tienen como
base el conocimiento de la persona. La "epistemología" psicoanalítica, con todas
las aportaciones, correcciones y elaboraciones posteriores, está de algún modo
presente, reconocida o no, en todas las corrientes interpretativas de la persona
en su andar por la vida, e incluso en su proyección transpersonal.
Para la comprensión psicológica y antropológica, científica y
cultural, del ser humano, hoy, es indispensable tener en cuenta las aportaciones
de Sigmund Freud.
Y quiero aducir aquí un texto conmovedor del escritor y
novelista Stephan Zweig, sacado del discurso fúnebre que él pronunció en el
entierro de Freud: