La lucha empezó de nuevo en los
establecimientos de
Terranova, que eran ingleses, y en la Acadia, que en 1711 se escapó de
las manos del marqués de Vaudreuil. Esta separación
permitió a las fuerzas angloamericanas reunirse para la conquista del
dominio canadiense, en donde los iroqueses, ganados por los ingleses, volvieron
a hacerse sospechosos. Entonces fue cuando el tratado de Utrecht, año de
1713 consumó la pérdida de la Acadia, asegurando por treinta
años la paz con Inglaterra.
Durante este periodo de calma, la colonia hizo grandes
progresos, y los franceses construyeron algunos fuertes para asegurar a sus
descendientes la posesión de aquellos terrenos.
En 1721, la población alcanzaba la cifra de veinticinco
mil almas, y de cincuenta mil en 1744. Podía creerse que los tiempos
difíciles habían acabado ya; mas por desgracia no era así,
pues por causa de la guerra de sucesión de Austria, Inglaterra y Francia
volvieron a encontrarse frente a frente en Europa, y por consecuencia en
América también. Tuvieron ambas naciones varias alternativas de
victorias y de derrotas, hasta que el tratado de Aixla-Chapelle (1747) repuso
las cosas en el estado en que estaban cuando el tratado de Utrecht.