-¿Creéis cierto que ha venido hace poco a Quebec?
preguntó lord Gosford.
-Los informes de la policía lo hacen suponer por lo
menos, respondió Gilberto Argall, y por este motivo he puesto en
campaña a uno de mis agentes que ha dado ya muchas pruebas de actividad y
de astucia; ese Rip que desplegó tanta inteligencia en el asunto de
Simón Morgaz.
-¡Simón Morgaz! dijo sir John Colborne: ¿el
que en 1825 entregó a precio de oro y con tanta oportunidad, a sus
cómplices en la conspiración de Chambly?...
-El mismo.
-¿Y se sabe lo que ha sido de él?
-Nada, respondió Gilberto Argall, sino que, rechazado
por todos los de su raza, por todos los franco-canadienses a quienes
había hecho traición, desapareció. Puede ser que haya
abandonado el Nuevo Continente o que haya muerto...
-Pues bien; ese medio, que tuvo tan buen éxito con
Simón Morgaz, ¿no podría emplearse de nuevo con alguno de
los jefes reformistas? preguntó sir John Colborne.