Los indios designan con la palabra kebec toda parte de
un río que se estrecha de pronto por la proximidad de sus orillas.
Esto es lo que ha dado el nombre a la capital, que está edificada en un
promontorio al estilo de Gibraltar, y su levanta más arriba del sitio en
que el San Lorenzo se ensancha como un brazo de mar. La ciudad alta se
halla situada sobre una colina que domina el curso del río; la baja se
extiende por la orilla, en donde se han construido los depósitos y los
docks. Las calles son estrechas, con las aceras de tablas y la mayor parte de
las casas son de madera; existen algunos edificios sin determinado estilo, como
el palacio del Gobernador, la casa correo, la de la marina, la catedral inglesa,
la francesa, una explanada muy frecuentada por los que gustan pasear, y una
ciudadela ocupada por una guarnición bastante importante; tal era
entonces la antigua ciudad de Champlain, más pintoresca, seguramente, que
ninguna da las modernas del Norte de América.
Desde el jardín del Gobernador, la vista se
extendía a lo lejos por el soberbio río, cuyas aguas se separan
más abajo, en el sitio llamado «Horquilla de la isla
Orleáns»
La tarde era magnífica, y la atmósfera, templada,
no se veía turbada por el áspero soplo del Noroeste, tan
pernicioso en toda estación cuando azota el valle del San Lorenzo. En la
sombra de un square se
distinguía, alumbrada por la claridad de la
luna, la pirámide triangular levantada en recuerdo de Wolfe y de
Montcalm, muertos en un mismo día.