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II Un paseo por la batalla: nostalgias del heroísmo en la poesía de Jorge Luis Borges
Un recorrido no necesariamente exhaustivo por la obra poética de Jorge Luis Borges delata la relevancia creciente que en ella va tomando la cuestión del coraje en particular y de la pulsión épica en general. Las líneas que siguen pretenden dar cuenta de este filón recurrente en la producción del porteño, de sus bien distintas textualizaciones, formulaciones y semas que despuntarán ya en Fervor de Buenos Aires (1923) y desfilarán por sus versos hasta el último poemario, Los conjurados (1985). El objetivo troncal es mostrar el tratamiento oscilante que Borges dispensaría al motivo épico, defendiendo la tesis de un significado ambivalente para el mismo, en tanto recurso ennoblecedor del hombre pero a la par insuficiente para la aprehensión de la idea de absoluto. La vena épica en la producción borgiana se gesta en la década 1910-20 en Argentina como marco de referencia, donde se fragua un discurso nacionalista que supuso el acicate propiciador de la inversión que Borges opera. A este respecto, resulta significativo y resonado el viraje ideológico-identitario que Leopoldo Lugones efectúa promediando 1910, con el que logra instalarse firmemente en el campo literario argentino e imponer un canon acorde con la supuesta cristalización de un ser nacional. El tono laudatorio hacia su patria centenaria se advierte ya en obras de ese año como Odas Seculares, Didáctica o Prometeo (un proscripto del sol), pero habrá de ser pocos años más tarde cuando éste coagule en un discurso orgánico: primero con sus seis multitudinarias conferencias sobre el Martín Fierro, pronunciadas en el teatro Odeón de Buenos Aires en 1913, que contaron con el refrendo de la élite dirigente del momento, encabezada por el presidente Roque Saénz Peña y sus ministros (Ferro 4-9). Y luego será en El Payador (1916) donde consolide sus postulados criollistas exponiendo una peculiar percepción de la épica que se aviene a sus propósitos cohesionadores nacionalistas: Como el objeto primordial de la patria es asegurar la libertad y la justicia en ciertas condiciones, de donde resulta que cada patria es una entidad distinta, el objeto primordial de la épica se encuentra vinculado –refundido– con ella hasta formar una misma cosa (Lugones 29). Como el propio autor nos confirma, la épica se circunscribe a la patria, poseería un desenvolvimiento acotado por cuanto su imaginario se limitaría a esclarecer los perfiles de una colectividad al filo de un centenario. En efecto, sustrayéndose a la tradición helénica, el escritor cordobés cifra en la épica la forja de una argentinidad también demandada en semejantes términos por Ricardo Rojas quien ratifica con firmeza el posicionamiento de Lugones ante la épica. Así, en Historia de la Literatura Argentina. Los gauchescos (1917) nos entrega unas aseveraciones si cabe más prolijas y explícitas que las de El Payador: “El secreto vital de una epopeya reside en su identidad con el espíritu de una raza: su radicación en la tierra que ha de servir de asiento a su progenie histórica; su modelación sobre el arquetipo fundador de una determinada nacionalidad” (Lugones 504).
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Consiga El cálamo centenario: cinco asedios a la literatura argentina (1910-2010) de José Manuel González Álvarez en esta página.
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