Mas yo, sin querer, me voy metiendo a
erudito. Por desgracia abundan textos y citas de otra clase, y ahora mismo acaba
de llegar a mis manos un ejemplo muy doloroso. Badajoz está para ser
tomado por los franceses, y el ejército que fue de Romana ha sido antes
sorprendido y destrozado. Hasta ahora no se sabe más que esto en globo;
que es cuando se sabe algo de verdad en los desastres. Luego vendrán las
gacetas, y como si con engañarse se remediaran los males, la
pérdida habrá sido corta, y la retirada se habrá hecho con
todo el orden posible. Pero vea Vd. cuál es el miserable estado de esos
pequeños ejércitos españoles, cuál la falta de
conocimiento en los que los dirigen, y el ningún sistema de operaciones
que reina en todos ellos. Olivenza se pierde, y en ella 6 u 8.000 hombres que
estaban allí no se sabe para qué. Bassecourt se arroja como un
ciego a defender a Tortosa, y se halla de repente sin la izquierda, ni derecha,
y no puede contener el centro, según su descripción de la batalla.
El general Catalán, que ha sucedido a O'Donnell, nos anuncia una gran
victoria, y se adelanta de modo que al otro día por milagro no se halla
envuelto. Últimamente, Mendizábal o quién quiera que sea,
se va hacia Badajoz, se deja sorprender, y su ejército es destruido, o
dispersado.
¿Qué prueba todo esto sino falta de saber? No puede haber disciplina en un ejército en que no hay confianza. Los soldados españoles tienen infinitos motivos para desconfiar de los planes de los más de sus generales, y no hay como hacerse obedecer de los que no tienen motivo para respetar.