Yo no aconsejaría que de repente se
reformasen todos los oficiales del ejército español de Cádiz; pero gritaría constantemente en los oídos de las Cortes, que entreguen a un general inglés el de Galicia, que al mismo tiempo sea gobernador de la provincia; que lo entreguen todo absolutamente a su cuidado: vestuario, provisiones, paga, etc. Un solo ramo en que se le pongan obstáculos, inutilizará el plan. Pruébese este medio, y si no surte buen efecto en seis meses diga Vd. y proclame que enjaule a
Juan Sintierra
El siguiente artículo es parte de
otra carta de Juan Sintierra, cuya primera parte no he querido publicar, a causa de que no he podido averiguar si el hecho importantísimo en que se funda, es verdadero. Anuncia Juan Sintierra que uno de los diputados de América, había sido entregado a la Inquisición por las Cortes mismas; y habla, de consiguiente con toda la indignación que debía excitar semejante atentado. No hallándome con medios de averiguar la verdad de este hecho, me parece que no debo esparcirlo, con desdoro de las Cortes. Pero si tuviese algo de verdad, el interés de España exigirá que presente las reflexiones de mi corresponsal, que ahora suprimo.
En las Cortes noto los siguientes defectos:
En sus formas
1.º) ¿Qué significan dos centinelas dentro de la sala de la representación nacional? Las bayonetas debieran desterrarse no sólo de aquel recinto, sino de todo el contorno. Los fusiles están en pugna perpetua con la libertad de los debates.
2.º) ¿Por qué no se ha puesto remedio al abuso de hablar repetidas veces un mismo diputado sobre un mismo asunto? Así se pierde el tiempo, y las Cortes más parecen una tertulia que un congreso.