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3.º) ¿Por qué no han dado oídos las Cortes a los clamores justos que se han levantado contra las sesiones secretas? La frecuencia de estas sesiones manifiesta una timidez indigna de los representantes de la nación española, y destruye la confianza de la nación en ellas. Las Cortes debieran declararse el derecho de deliberar a puerta cerrada (porque puede ser alguna vez necesario para la libertad de debate), pero no usarlo sino en casos rarísimos.

Defectos de constitución en las Cortes

1.º) Falta de un justo número de diputados que representen legítimamente las Américas.

2.º) Falta de diputados que representen la Grandeza de España.

3.º) La prohibición de que los diputados en Cortes ejerzan empleos de importancia en el Estado.

4.º) El haber dejado las contribuciones al arbitrio de otras autoridades.

Del primer y tercer defecto ha hablado Vd. bastante en sus anteriores números, y yo no tengo por ahora que añadir cosa que me parezca notable. Sobre la falta de representación de la Grandeza, juzgo que Vd. difícilmente convendrá conmigo, por los principios esparcidos que he observado en El Español. Pero convengamos, amigo, en que los principios abstractos de igualdad y todos los demás temas favoritos en que tanto se complace la imaginación de los hombres que tienen un corazón bien puesto, no deben ser regla de conducta en cosas prácticas que penden absolutamente de las circunstancias. No se trata, ni se puede tratar de formar un pueblo nuevo a quien darle leyes. Según esto, cuando se reúne un cuerpo que represente la voluntad y la fuerza de una nación, es indispensable representar las grandes masas que la componen: aquellas asociaciones de gente a quienes la costumbre de siglos, la conformidad de intereses y la influencia de la constitución anterior, mala o buena, ha hecho contraer una voluntad que puede llamarse general en ellos. Éste es el modo de que resulte la voluntad general efectiva representada verdaderamente por la voluntad del cuerpo nacional. ¿Tienen los Grandes un poder real, un influjo nacional suyo propio, y pertenecientes exclusivamente a su clase? Es indudable. Pero es un abuso horrible, es una injusticia, es... No disputemos. Es todo lo que Vd. quiera más ¿puede destruirse sin que el interés general padezca en las actuales circunstancias? ¿No ve Vd. que, destruyéndolo, se priva la nación de una fuerza que puede contribuir a salvarla? ¿Sería cuerdo el hombre que en un naufragio, viendo deshacerse su navío sobre la costa, y pudiendo nadar para salvarse, llamase al cirujano para que le cortase un tumor de un brazo, no porque le impidiese moverlo, sino porque se lo desfiguraba? ¡Necio! ¿Quieres nadar con un brazo recién destrozado y sangriento? Sálvate ahora, nada con el tumor, y luego cúralo.

 
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de José María Blanco White

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