Primer Discurso
Una
Aurora en su propio día
Bienamado Osho,
Afmustafá, el elegido y bienamado, que era una aurora en su
propio día, había esperado por doce años en la ciudad de Orphalese al navío que
debía llevarlo de vuelta a la isla de su nacimiento.
Y en el duodécimo año, en el séptimo día de Teloof el mes de la
cosecha, subió a la colina más allá de los muros de la ciudad, miró hacia el mar
y vio a su barco arribando con la niebla.
Fueron entonces las puertas de su corazón abiertas de par en
par y su gozo voló lejos sobre el mar. Cerró sus ojos y oró en los silencios de
su alma.
Pero cuando descendía la colina, una tristeza descendió sobre
el y pensó en su corazón:
¿Cómo podría irme en paz y sin pena? No, no dejaré esta ciudad
sin una herida en el espíritu.
Largos fueron los días de dolor que he pasado dentro de sus
muros, y largas fueron las noches de soledad, ¿quién puede partir de su dolor y
su soledad sin pesar?
Demasiados fragmentos del espíritu he derramado sobre estas
calles y demasiados son los niños de mi anhelo que caminan desnudos por estas
colinas y no puedo alejarme de ellos sin pesadumbre y dolor.
No son ropajes de los que me desprendo este día, sino una piel
que arranco con mis propias manos.
Tampoco es un pensamiento que dejo tras de mí, sino un corazón
que se hizo dulce con el hambre y con la sed.