El calor del sol era bastante intenso, y en el cielo no se distinguía ni una sola nube. El aire arrastraba mucho polvo por el camino, por la numerosa gente que iba a la feria en carro, o a caballo, o a pie. Y no había refugio en ninguna parte.
Entre los viandantes vio el viejo a un hombre que marchaba penosamente a pie, llevando a la feria una vaca, tan hermosa como pudo serlo alguna vez vaca alguna.
"Es seguro que dará buena leche -se dijo el paisano-. Sería un buen trueque: la vaca por el caballo".
Y llamó:
-¡Eh, tú, el de la vaca! Escucha: Tengo entendido que un caballo cuesta más que una vaca, pero no importa. Si quieres, hacemos el cambio.
-Seguro que sí -dijo el hombre, y cambiaron de animal como lo habían propuesto.
El paisano podía ya volverse a su casa, pues el negocio que se proponía estaba hecho ya. Pero una vez resuelto a ir a la feria decidió seguir con su propósito aunque sólo fuera por echar un vistazo. Y continuó andando hacia el pueblo con su vaca.
Poco rato más tarde vio a un hombre que llevaba una oveja. Era una oveja linda y gorda, con excelente lana.
-Me gusta ese animal -dijo el paisano-.
Junto a nuestra cerca tendrá hierba abundante, y en invierno podría dormir en la habitación con nosotros. Quizá sea más práctico tener una oveja que una vaca. ¿Cambiamos?