https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Historia de una rosa de papel" de David Mendoza (página 5) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 28 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  (5) 
 

Se que he sido siempre igual, se que he estado siempre igual, perdido y no encontrado, guardando con misterio aquel ser desolado, que en mi interior se retuerce por salir, por escapar...

Vi a un Dios morir y a un niño llorar, vi como un cometa arañó una estrella una gota de vida, una gota de dolor. Lloró fuego y pensó: morir algún día, pero esa sería mi perdición, y la del resto de la vida.

Vi un dragón nacer, y comió de mis manos. Creía en su amo y una vez lo devoró. Un león le atacó, y él con sus garras se defendió. Lloró por su muerte y creó la conciencia, el remordimiento, el dolor...

Y aquí estoy yo producto de esa melancolía.

Conocí a una tortuga que me habló de su pasado, y quedé asombrado, pues mil historias me había contado. Con filosofía se tomó la vida, esa cruel experiencia, sin prisas y sin pausas supo llegar a donde quería, a ese lugar tranquilo, sin guerras, sin sufrimientos, sin destrucción, sin dolor, sin pensamiento, lleno de armonía, de paz y de felicidad.

Un lugar donde el agua corría con pureza, donde los pájaros cantaban en sus nidos, que en cientos de árboles adornaban sus parajes, que son como sueños.

Entonces yo me desperté y lo recordé... corrí fuera de mi tumba, y grité.

No era un sueño, era una pesadilla.

Aquél silencio no se podía soportar aquellos árboles no los podía soportar.

Regresé a mi tumba para olvidar, tapado con la arena, y acurrucado por el frío, volví a gritar, ya que nada permanece, ni siquiera la esencia.

¡No hay nada para siempre!, volví a exclamar, y exclamé y exclamé hasta no poder más.

 

Herido en mi interior pude soportar aquello, pude controlar la realidad, la virtualidad, mi realidad.

Una realidad donde yo aparezco, como un monstruo, como un ser extraño, lleno de soledad: y puedo vencerla, y puedo soportarla, aunque vuelva a caer envenenado, sólo quiero recordar aquella conversación, recordar aquellas imágenes.

Imágenes que un día se olvidarán por el resto de la humanidad.

Y pienso: ¿qué hacer sin rimar?.

Conociendo mi destino, puedo volver a cavar, esa tumba podrida, para poder escapar y no caer dentro de ella.

Ahora tengo que despedirme, de aquel mundo donde he nacido, para no volver jamás, para morir dormido.

 

Y en la soledad vuelvo a recordar, que para siempre es mi soledad.

 
Páginas 1  2  3  4  (5) 
 
 
Consiga Historia de una rosa de papel de David Mendoza en esta página.

 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Historia de una rosa de papel de David Mendoza   Historia de una rosa de papel
de David Mendoza

ediciones deauno.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com