Mi cabeza estalla en mil
pedazos, que yo intento buscar, quiero
volverlos a unir, pero sólo es un sueño que debo
recordar.
Un sueño que sólo un niño
puede realizar que como un puzzle puede unir esas piezas que se repelen como
aquellos imanes mal colocados.
Sólo me quedan tristes y
pálidos recuerdos, que desnudan la máscara de tu interior, ahora pueden ver el
verdadero esplendor de tu corazón...
La vida es así, y mi
monstruo muere en soledad.
Creí tenerlo bajo control
creí dominar mi infierno, y todo oscuridad se me volvió.
Ahora hace frío, y tus
grilletes, sumergidos en mi melancolía ahogan el olvido, y olvidan
recordar:
lamentos y rugidos,
gritos en silencio,
palabras
huecas sin sentido,
una llama densa de mi
recuerdo.
Mi cuerpo yace en el suelo,
muere de penas solitario, tirado en el sucio asfalto, mientras se eleva mi alma
hacia lo desconocido, hacia donde pueda pensar en paz.
Un mundo lleno de mentiras,
un mundo lleno de agonías, donde su fruto característico, es el dolor y la
sangría.
Mi alma llega a un abismo,
oscuro como el día, sufre caricias y mentiras, de alguien que ya no
vivía.
Crueles disparos retumban
en la noche, donde el bullicio se hace esperar, donde el murmullo se hace
notar.
Una fuerte brisa se
levanta, y desemboca en un huracán que deshace mi alma, en polvo y
soledad.
Todo se vuelve en mi
contra, ya nada permanece.
Ahora vuelvo a ser nadie,
vuelvo a reírme de todo, vuelvo a llorar en silencio...
Encerrado en una estrecha caja de pino,
no quiero
escapar,
esa es mi condena,
ese es el precio que he de pagar.
Recuerdo
una mirada, un beso, un adiós...
recuerdo su cabello, recuerdo su dulce
corazón,
recuerdo su extraño pensamiento,
recuerdo
su extraño amor.