Y me gustaría prolongar un poco más la historia. Se acaba aquí.
Tal como la cuentan los sufis, se acaba aquí, pero a mí me gustaría darle un
giro más profundo. Me gustaría contaros que después de la visita de ese maestro,
yo también visité la posada, muchos años después, por supuesto. Y el hombre, el
posadero, vino a mi y me dijo: "Tengo un enigma. Una vez vino a visitarme un
maestro Sufi y yo le formulé este problema y él lo resolvió. Pero desde entonces
todo ha cambiado. La mujer fea se ha vuelto orgullosa de su humildad, y ya no la
amo. No sólo es feo su cuerpo, ahora su ser, todo su ser, se ha vuelto feo. Y la
mujer guapa, al saber que la consciencia de que era bella estaba destruyendo su
belleza, ha abandonado esa consciencia. Ahora la amo. No sólo es hermoso su
cuerpo, su ser también se ha vuelto hermoso". Así que él me dijo: "Ahora dime
qué es lo que pasa". Pero yo le dije: "Por favor, no digas nada. Si digo algo,
la historia volverá a girar. ¡No digas nada!"
La auto?consciencia es la enfermedad; de hecho, vivir sin
auto?consciencia es realizarse. Eso es la iluminación: vivir sin
auto?consciencia. Pero tú estás en una dicotomía, en un dilema, escogiendo entre
dos cosas ?¿cómo vas a vivir sin auto?consciencia? Siempre eliges: eliges ser
bello, y la fealdad se convierte en tu sombra; eliges ser religioso, y la
irreligiosidad se convierte en tu sombra; eliges ser santo, y el pecado se
convierte en tu sombra. Elige ?y tendrás dificultades, porque la elección misma
ha dividido la vida. No elijas, vive en un estado de no?elección, deja que fluya
la vida. A veces parece Dios, a veces parece el Diablo ?ambos son bellos. No
elijas. No intentes ser un santo porque si no tu santidad no será santidad real
?el orgullo lo afeará todo. Así que digo que muchas veces los pecadores han
alcanzado lo divino y los santos no han llegado. Porque los pecadores son
siempre humildes; al pensar que son pecadores, no pueden exigir.