Ese hombre empezó a sentirse desnudo, sofocado e incómodo; era
embarazoso. Así qué, cuando el sol estaba saliendo, dijo simplemente: "Qué bello
sol. ¡Mirad...! Qué sol más bello está naciendo. Qué mañana tan hermosa." No
dijo nada más. Pero nadie respondió, porque el vecino, el anfitrión, sabía que a
Lao Tse no le gustaría. Y por supuesto, Lao Tse no dijo nada, no respondió.
Cuando volvieron, Lao Tse dijo al vecino: "Desde mañana, no traigas a ese
hombre. Es un charlatán." Y sólo había dicho eso: "Qué bello sol", o "Qué bella
mañana". Y eso en dos o tres horas de paseo. Pero Lao Tse dijo: "No vuelvas a
traer contigo a ese charlatán. Habla demasiado. Y habla inútilmente. Porque yo
también tengo ojos, puedo ver que sale el sol y que es bello. ¿Qué necesidad hay
de decirlo?"
Lao Tse vivió en silencio. Evitó siempre hablar sobre la verdad
que había alcanzado y siempre rechazó la idea de que debía escribirla para las
generaciones venideras. A la edad de noventa años dejó a sus discípulos, y con
su adiós les dijo: "Me voy ahora hacia las montañas, hacia los Himalayas. Voy
allí a prepararme para morir. Es bueno vivir con la gente, es bueno estar en el
mundo mientras estás vivo, pero cuando estás muy cerca de la muerte es bueno
entrar en la soledad total, para así ir hacia la fuente original con tu absoluta
pureza y soledad, no contaminado por el mundo." Los discípulos se sintieron
tristísimos, ¿pero qué podían hacer? Le siguieron durante unos pocos cientos de
millas, pero Lao Tse fue persuadiéndolos para que regresaran. Y luego cruzó la
frontera solo, y allí el guarda de la frontera lo aprisionó, porque también él
era un discípulo. Y le dijo: "A no ser que escribas un libro, no te permitiré
atravesar la frontera. Eso es lo que debes hacer por la humanidad. Escribe un
libro. Esa es la deuda que tienes que pagar; si no, no te permitiré cruzar." Así
que durante tres días Lao Tse estuvo prisionero de su propio discípulo.
Es hermoso. Es muy amoroso. Fue forzado -y es así como nació
este librito, el libro de Lao Tse, "Tao-teh-Ching". Tuvo que escribirlo porque
el discípulo no le dejaba pasar. Y como era el guarda y tenía autoridad, podía
crear problemas, así que Lao Tse tuvo que escribir el libro. En tres días lo
terminó.