Desde Surate le vemos pasar a Australia, y tomar parte, en
1845, en la expedición del capitán Sturt, encargado de descubrir ese mar Caspio
que se supone existe en el centro de Nueva Holanda.
En 1850, Samuel Fergusson regresó a Inglaterra y, más
dominado que nunca por la fiebre de los descubrimientos, acompañó hasta 1853 al
capitán Mac Clure en la expedición que costeó el continente americano desde el
estrecho de Behring hasta el cabo de Farewel.
A pesar de todas las fatigas, y bajo todos los climas,
Fergusson resistía maravillosamente. Se hallaba a sus anchas en medio de las
mayores privaciones. Era el perfecto viajero, cuyo estómago se reduce o se
dilata a voluntad, cuyas piernas se estiran o se encogen según la improvisada
cama, y que se duerme a cualquier hora del día y despierta a cualquier hora de
la noche.