- ¿ Conoceréis, sin duda, aquel Rafael del
palacio de ***, en *** ? Es lo mejor que hay en Italia.
Y como sería muy largo verlo todo, lo más
sencillo es condenarlo todo por sistema.
Esperábale en el Hótel Beauvau un amargo
desengaño a miss Lidia. Traía un lindo croquis de la puerta
pelásgica o ciclópea de Segni, que creía olvidada de los
dibujantes. Pues bien: encontrándola en Marsella lady Frances Fenwich,
enseñóle el álbum, en el cual, entre un soneto y una flor
seca, figuraba la puerta en cuestión, iluminada con gran refuerzo de
tierra de Siena. Miss Lidia dio la puerta de Segni a su camarera y perdió
toda estimación por las construcciones pelásgicas.
Estas tristes disposiciones eran compartidas por el coronel
Nevil, quien, desde la muerte de su esposa, no veía por otros ojos que
los de Lidia. Para él, Italia tenía la culpa inmensa de haber
aburrido a su hija, y por consiguiente, era el país más aburrido
del mundo. Nada tenía: que decir, a la verdad, contra los cuadros, las
estatuas; pero podía asegurar que la caza era miserable en aquel
país y que se necesitaba hacer diez leguas bajo un sol de justicia en la
campiña de Roma, para matar unas cuantas perdices rojas.