Otro deniega:
-No, el que su vida se haya afirmado tan sólidamente, no
se debe en modo alguno al sentido común! ¿Oué es el sentido
común? El sentido común es algo corriente, sencillo hasta la
vulgaridad, que recuerda una fórmula matemática o una orden de la
policía. No es esto lo que hace a Jamelgo indestructible, ¡es el
hecho de que lleva en sí la vida del espíritu y el espíritu
de la vida! Y en tanto albergue estos dos tesoros, ¡no habrá palo
en el mundo capaz de destruirle!
Un tercero replica:
-¡Pero qué galimatías estáis
armando! La vida del espíritu, el espíritu de la vida,
¿qué es eso, sino un hueco trastrueque de palabras vacías?
Jamelgo no es invulnerable por eso, ni mucho menos, sino porque ha sabido
encontrarse "un verdadero trabajo". Este trabajo le proporciona
equilibrio espiritual, lo concilia con su conciencia individual y con la de las
masas y le da esa firmeza que ni siglos de esclavitud ha podido vencer.
¡Trabaja, Jamelgo! ¡Aprieta! ¡Escarba la tierra! Y extrae del
trabajo esa diafanidad de espíritu que nosotros, los ociosos, hemos
perdido para siempre.
Y un cuarto (que ha debido venir directamente de la cuadra del
tabernero) añade: