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Nos parece que durante los últimos treinta o treinta y cinco años, los pueblos de la región han padecido la profundización del modelo capitalista neoliberal. La historia reciente nos ha mostrado que el neoliberalismo sólo se puede fortalecer a través de la ampliación del número de excluidos. Es la vuelta al capitalismo salvaje del siglo XIX y principios del XX. Hoy las conquistas logradas en el pasado por los movimientos populares se desmoronan ante las exigencias de los organismos financieros internacionales y de las oligarquías nacionales, que exigen reorientar los recursos públicos a favor de ciertos intereses privados, por encima de los intereses y prioridades de carácter social. Gracias a ello muchos de los derechos de ciudadanía, conquistados por los movimientos sociales del pasado, han quedado desmantelados y otros se encuentran en franco proceso de disminución.
La globalización económica neoliberal ha arrasado con muchos de los derechos económicos y sociales antes existentes, ha minado los cimientos de nuestros precarios estados de bienestar y ha dañado el tejido social. En nombre de la ventaja comparativa los gobiernos pro-neoliberales de los países periféricos han optado por sacrificar aún más a sus pueblos. Los derechos laborales y sociales han sido diezmados y la naturaleza ha sufrido daños irreversibles. Estos gobernantes se han convertido en operadores de los intereses privados de capitalistas extranjeros y nacionales, privilegiando a las corporaciones a través de políticas estatales de desregulación ambiental y laboral. Los países han vivido procesos acelerados de desnacionalización y el mercado ha penetrado en territorios que antes le fueron vedados, lo que en respuesta ha generado nuevos movimientos de resistencia. En toda la región los pueblos resisten los afanes de los capitalistas nacionales y extranjeros por entrar a sus territorios y despojarlos de los bienes comunes: materias primas, recursos no renovables, fauna y flora. Los movimientos de resistencia y la academia crítica se oponen a la mercantilización de la naturaleza, de la vida y de las relaciones sociales y muestran formas alternativas de vivir en sociedad y de relacionarse con la naturaleza. Como sucede con el buen vivir (impulsado por los movimientos indígenas), el socialismo del siglo XXI (abanderado por gobiernos de izquierda latinoamericanos) o el socialismo del buen vivir (planteado por Evo Morales, entre otros). Las trayectorias y procesos que viven los diferentes movimientos enfrentan múltiples desafíos, tanto de división y fragmentación interna como de búsqueda y construcción de alianzas con otros movimientos, actores y sectores sociales. Los alcances pueden ser locales, regionales e internacionales y las instancias de discusión y diálogo nombrados como foros sociales, coordinadoras, congresos o cumbres.
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De cara a la metástasis global. Actores, resistencias y alternativas
de Robinson Salazar
ediciones Insumisos Latinoamericanos
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