Así nos dirigimos a la casa de otros amigos de mi abuela,
dueños de un instituto de baños y sauna en la calle céntrica de Varsovia, muy
conocida, Nowy Swiat. La casa tenía cinco pisos y no me gustaba la idea de
quedarme sepultado bajo los escombros. Ya había visto muchas ruinas con la gente
enterrada en los sótanos. Pero no quedaba otra alternativa. Los sótanos eran un
infierno, reinaba el pánico, los gritos de terror. Las bombas estaban cayéndo
muy cerca.
Nos quedábamos día y noche en los sótanos, solamente subíamos a
los pisos altos para traer algo de comer. También recibimos de los soldados
polacos un poco de carne de caballo. ¿Como murió el pobre. de viejo, del susto o
de bala?
Al fin llego el armisticio. Decidimos volver a la casa de mi
abuela, que se encontraba relativamente cerca. Como a tres kilómetros de
distancia, y no había necesidad de cruzar el puente. Ya cerca de casa pedimos
permiso a los soldados polacos para cruzar la tierra de nadie; nos lo
permitieron. Los alemanes estaban ya a 100 metros de distancia.
Corrimos agachados. En un momento mi madre desapareció. Al
principio no la podiamos encontrar, al final la encontramos dentro de un
profundo agujero con una bomba sin-explotar abajo. La bomba se encontraba
intacta y era de gran calibre.
Con mucha dificultad sacamos a mi madre del agujero, estaba
atascada en el pozo. Por suerte, para todos nosotros, la bomba no explotó, a
pesar de que mi madre se encontraba encima de ella. (Este comentario sobra: si
la bomba hubiera explotado yo no escribiría estos recuerdos).