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-Discúlpame, ¿no sabes adónde hay una estación de servicio por aquí? -Le
preguntó Job. -Mira, cuando venía, vi una a un par de cuadras. -¡Ah! ¿No
eres de aquí? -No, estoy de paso. -¿Y a dónde vas? Tal vez te pueda
llevar. -¿Tú? -¿Yo? Un viaje largo, voy hasta la Patagonia. Pero no me
contestaste. -¡Ah, buenísimo! Yo también voy para allá, a la casa de un tío.
Entonces Job le preguntó si tenía vehículo o de qué manera pensaba
llegar al Sur del continente. Ella entonces le contestó que no tenía
vehículo, y que estaba alojada en una hostería de aquella localidad. Nuevamente,
Job se ofreció para llevarla y ella sin dudarlo aceptó encantada. Caminaron las
dos cuadras que había mencionado la chica y llegaron al surtidor de
combustible, cuando estaban realizando dicha tarea, Job extendió su mano y
dijo sonriendo: -Mi nombre es Job. -Encantada, soy Ámbar -respondió la
chica mientras estrechaba su mano. Cuando la motocicleta volvió a quedar en
condiciones defuncionar, Job y Ámbar, se dirigieron al alojamiento de ella. Le
dijo que esperara un momento al llegar a la hostería, un par de minutos después,
Ámbar regresó nuevamente con Job portando con ella solo un pequeño bolso de
color negro.
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Buscadores de tesoros (El asombroso mundo de Jaom)
de Germán Cabrera
ediciones deauno.com
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