Cuando la
lleve a su casa revise con mucho cuidado a su gallina, para estar segura de que
no le queda ninguna terminación de plumas o "puntita pinchuda". Si así fuere, y
quedara alguna, usted puede recurrir al "quemado" rotatorio encima de la
hornalla de su cocina. Se sabe que el olor que desprende el quemado de los
canutos puede resultar algo repulsivo e incómodo para usted, para los otros
habitantes de la casa o del edificio, por eso está permitido utilizar un pañuelo
con perfume o un barbijo. Pero en realidad la náusea que pueda producirle el
olor, es debida a su falta de costumbre y usted debería hacerlo naturalmente
para así familiarizarse con las técnicas y los aromas de la cocina. Finalizada
la inspección del plumífero, guarde la gallina hasta que llegue el momento de
iniciar la cocción. Guárdela, preferentemente, en la heladera.
Próximo
paso: vaya a esas pescaderías que venden peces vivos y compre la boga, el dorado
o la trucha más grande que encuentre. Con las aletas más anchas que vea. Llene
la bañadera de su casa con agua -en lo posible agua destilada o mineral-, y deje
al pez nadar en ella por varios días.
Mientras
tanto, enrolle la alfombra persa y sáquela del living, pula los pisos de madera
y luego cúbralos con diarios viejos. Tape su sillón favorito con un plástico
transparente o con un Coldre
floreado[2]
y no deje entrar a nadie más a su living, a excepción que sea confidente suyo. O
un buen partido -o shidej-, para
el nene o la nena que por haber pasado los treinta, ya están en edad de
merecer.
¡Ahora sí
es usted una verdadera "Balebuste"!
A
propósito, Balebuste es
el término respetuoso que se utiliza para denominar a una muy eficiente Ama de Casa Judía (algo así como "El Padrino" de la mafia... no
por los bigotes, sino por el Poder que ejerce sobre los demás miembros de la
familia).
La esencia
de su universo está en la cocina. Así que tome sus fósforos de madera, prenda la
llama de la hornalla, saque la fuente grande, pique una buena cantidad de
cebollita y de ajo y ¡somos judíos de nuevo!
Antes de
que empecemos, sin embargo, debemos considerar que hay algunas variaciones en
los ingredientes debido a los varios tipos de sabores judíos, a saber: Poilishe,
Litvische o Galitzianer. Exactamente así como los judíos tenemos seis estaciones
en el año: Primavera, Otoño, Invierno, Verano, como todos, a las que se le suman
la estación del "Decaimiento" y la estación "Muy ocupada".
Nosotros
focalizamos nuestra inquietud culinaria en un ingrediente que desafortunada e
inmerecidamente ha desaparecido de nuestra dieta actual. Estoy refiriéndome por
supuesto al Schmaltz o
Grasa de Gallina.
Este fue
por centurias la principal materia prima en la mayoría de los platos de comida
judía, y siento que llegó el solemne momento de restablecer su merecido lugar en
nuestros hogares.