La principal arma de los indios del noroeste de Brasil para la caza de aves y pequeños cuadrúpedos que se mueven sobre los árboles, es la cerbatana.
Las tribus del Icana y sus afluentes usan una cerbatana que consta esencialmente de dos partes y se confecciona de la siguiente manera: una caña de unos 2,8o a 3 m de longitud de una arundinaria cuyo tallo crece derecho unos cuatro metros o más, sin nudos antes de echar hojas, se seca al sol o al calor del fuego con las debidas precauciones para evitar que no se tuerza. A fin de proteger la caña cilíndrica, completamente lisa por fuera y por dentro, se recubre su superficie exterior con una ligera capa de cera negra, se la envuelve con finas fibras de corteza y se la embute en toda su longitud dentro del tallito de una palmera paxiuba, previa extirpación de su médula. Ambas partes deben encajar exactamente una en otra y mediante el envoltorio de corteza se asegura perfecta hermeticidad.
Para evitar que reviente la camisa se practica una ligera entalladura anular en el extremo superior y se envuelve con cordones de fibras. La boquilla de 6 a 8 cm de largo, colocada en el extremo inferior, es de madera roja y tiene forma de cono truncado. Esta especie de cerbatana presenta el mismo diámetro en toda su longitud, a saber unos 2,5 cm y un calibre de i i a 13 mm. La abertura de la boquilla tiene un diámetro de 3 a 4 cm. A modo de mira, se fija a unos 80 o 90 cm de la boquilla un simple bollo de cera negra o dos caninos de un roedor, pegados con el mismo material uno junto al otro.
Además de esta cerbatana usan otra que no difiere gran cosa del modelo común. En lugar del tallo de paxiuba ahuecado, se emplea para confeccionar la camisa protectora el tallo tierno de un determinado árbol, que se parte longitud incialmente en dos mitades iguales. En cada una se excava una canaleta lisa, de modo que colocadas ambas partes sobre la caña la encierran por completo. El conjunto es recubierto con cera negra y envuelto con brillantes franjas de corteza castaño oscuro superpuestas a la madera de espirales. La atundinaria, cuyo tallo constituye la parte principal de la cerbatana, sólo crece en determinadas regiones y los nativos hacen frecuentes viajes para proveerse de este importante material.
Para la limpieza de la cerbatana se utiliza una varilla larga de madera de palmera negra y pesada, trabajada en forma regular hasta dejarla bien lisa. En su extremo superior se asegura un manojo de raíces fibrosas, mientras que en el extremo inferior una empaquetadura de hilos sirve a manera de mango.
El carcaj donde se guardan los dardos tiene en general la forma de un tubo estrechado hacia el centro de unos 42 a 45 cm, cuyo diámetro superior es algo mayor que el inferior y de ordinario se confecciona con los resistentes pero elásticos tallos trenzados de la uarumá, cortados en finas tiras. La base de este receptáculo lo constituye un disco de madera o un trozo de calabaza. Esta y la parte inferior y externa del trenzado hasta una altura de 16 a 18 cm se recubren con una espesa capa de resina, en tanto el resto del carcaj está cubierto por un segundo trenzado más fino, adornado en su mitad inferior por un exquisito diseño de meandros rojos y negros, que también decora las piezas de cestería y las elegantes vasijas de estos indios. Para dar al carcaj una mayor durabilidad su borde superior está entretejido varias veces con un cordón y embebido en resina. El cordón atado en torno al centro del carcaj sirve para colgarlo.
Las tribus del Aiari emplean asimismo un carcaj recubierto hasta su borde superior de resina en lugar del entretejido fino.
