|
|
Páginas
1
2
3
(4)
5
6
7
8
9
10
11
|
|
Me encontraba algo nervioso
ya que no había realizado ninguna presentación de este tipo, si de pequeños
ensayos o relatos cortos, pero no de esta magnitud y menos en la universidad
donde había estudiado. Me prestaban un aula de no muy grandes dimensiones, con
un pequeño retablo junto a la pizarra. Era un ambiente que temía demasiado y que
había vivido durante gran parte de mi vida. Aún recuerdo de pequeño, cuando
cursaba primaria en un colegio de mi pueblo y me sacaban a la "palestra", como le decíamos los niños de
entonces, para hacer los deberes frente a la mirada de todos y el temor de
equivocarme. ¡Qué tiempos que por suerte ya pasaron! Y ahora me iba a encontrar
yo en aquella situación, dando una charla sobre algo que había investigado y que
muchos de los asistentes tan sólo asistan por conseguir esos tan ansiados
créditos de libre configuración para añadir a sus carreras en particular, y cosa
de la que yo por supuesto no me iba a negar en firmar ya que había pasado por lo
mismo tan solo unos años antes. Tan sólo rezaba por que no me hicieran muchas
preguntas.
Cuando llegué a la entrada
del edificio me detuve, la contemplé con esmero en todo su esplendor y me
marché. Debía hacer tiempo, ya que había llegado muy temprano, y decidí tomar un
café en el bar que solía frecuentar en frente de la misma, y en el que tanto
tiempo había pasado llegando incluso a estudiar o escribir junto a un calentito
y oloroso buen café con leche. En aquél lugar me sentía a gusto y casi siempre
me sentaba en el mismo sitio, en un rinconcito donde apenas me molestaba la
gente. Era un pequeño local donde la barra se ubicaba a la izquierda de la
entrada y cogía todo lo largo del local. Al fondo se abría una habitación algo
más ancha donde había mesas y sillas para los almuerzos, ya que cerraba por la
tarde y no se podía cenar en él. Fuera del mismo tenía una terraza donde
colocaban también varias mesas y sillas de plástico y donde se podía disfrutar
del sol y de la buena temperatura que por lo general hacía en aquella región,
aunque aquella mañana aún permanecía gris y melancólica. En el mismo encontré al
viejo camarero que no veía desde hacía bastante tiempo y le saludé. Me preguntó
qué había sido de mi vida, de mi carrera. Le contesté cómo me había ido todo y
los proyectos que tenía. Después de reírnos un poco al recordar los viejos
tiempos, me senté en el mismo sitio que permanecía libre y que tanto me gustaba,
junto a mi café con leche, sacando del pantalón una chuleta de lo que tenía que
hablar en la conferencia, para repasarla antes de la misma. Parecía como si de
un examen se tratase, salvo que esta vez el profesor era yo. De todas formas,
los nervios no los iba a calmar con nada.
|
|
Páginas
1
2
3
(4)
5
6
7
8
9
10
11
|
|
Consiga La semilla de los caracoles de David Mendoza en esta página.
|
|
|
 |
|